Céline (Juliet Berto), una maga, y Julie (Dominique Labourier), una bibliotecaria, se conocen en Montmartre y terminan compartiendo el mismo piso y suplantándose sus identidades por pura diversión. Gracias a un caramelo mágico, se convierten en espectadoras, y luego en participantes, de una historia que se desarrolla en una gran mansión aislada donde viven un viudo, su hija de 8 años y dos mujeres.
Habrá más de uno al que esta película de Jacques Rivette le parezca una soberana pérdida de tiempo de más de tres horas de duración, con idas y venidas de las dos protagonistas y escenas que se repiten una y otra vez en la misteriosa mansión del 7 bis de la rue du Nadir-aux-Pommes, aderezadas con insustanciales diálogos.
Pero quien consiga entrar en el juego de Rivette, va a descubrir una propuesta diferente de contar una historia en el celuloide, una especie de cuento que nos devuelve a la infancia cuando todo era posible gracias a la imaginación. Un juego de espejos que guarda semejanzas con la Alicia de Lewis Carroll, en el que realidad e imaginación se entremezclan constantemente.
A medida que el film avanza y sobre todo al final, vemos que el realizador francés nos adentra en una película que no tiene final y cuyas situaciones se van a repetir de manera indefinida. Una película exuberante que es como un paseo por los laberintos de la imaginación.
No creo que me guste. Un beso
ResponderEliminarEs probable.
EliminarEs lo que tú dices: o entras en el juego o no.
ResponderEliminarEn efecto.
EliminarNo me llama la atención Trecce, de todas formas gracias.
ResponderEliminarAbrazos.
La vi hace tanto tiempo que sólo recuerdo la originalidad del proyecto, y que me gustó.
ResponderEliminarEs algo diferente.
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