François (Philippe Marlaud), un joven que, mientras prepara oposiciones, trabaja de noche, sospecha que su novia, Anne (Marie Rivière), se está viendo con otro hombre, su antiguo amante. A partir de ese momento empieza a seguir al "supuesto" amante, un aviador al que encuentra con otra mujer. Durante su espionaje, François conoce a la joven Lucie (Anne-Laure Meury), de 15 años, que ese día ha faltado al colegio y fascinada por la historia de François, le ayudará a encontrar una explicación a esta confusa situación.
La historia, que tiene un leve toque de intriga, se enreda por mor de las elucubraciones que el protagonista y la joven que se involucra con él en aclararla (encantadora Anne-Laure Meury). Pero no es sino una excusa para que Éric Rohmer nos exponga sus inquietudes sobre el amor, las relaciones de pareja e incluso las dificultades que surgen en la vida diaria de cualquiera.
El guion parte del relato de propio Rohmer “Es mejor no pensar en nada”, escrito en 1946 y las interpretaciones tan naturales y espontáneas y los fluidos diálogos, con más fondo de lo que a primera vista pudiera parecer, ayudan a que el espectador se olvide de que está viendo una historia filmada, es como si la cámara no existiera y estuviéramos allí mismo asistiendo, como figurantes ocasionales, a algo que se desarrolla a nuestro lado.
El maestro francés ambienta el film en un París absolutamente distante de las imágenes de postal habituales, con calles y parques recónditos, llenos de luz y vida que nos trasladan a un entrono menos conocidos, con una belleza más cercana y natural.
Quizá no sea uno de los títulos más celebrados de Rohmer, pero aquí se halla toda la esencia de su cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario