Jeanne (Anne Teyssèdre), una joven profesora de filosofía en un liceo, ha prestado su apartamento a una prima que está realizando unos exámenes en París, pero su estancia se prolonga más de lo previsto y como Jeanne no quiere ir a casa de su prometido, porque no soporta el desorden del piso y además él no está, resulta que no tiene a dónde ir, así que acepta la invitación de Natasha (Florence Darel), una estudiante de música a la que conoce en una fiesta, para ir a su casa, donde estarán solas ya que su padre está de viaje. Durante unos días Jeanne vivirá en la casa, con alguna escapada a la casa de campo que tiene el padre de Natasha en Fontainebleau. Parece como si todo el afán de Natasha fuera propiciar que su padre y Jeanne se queden a solas, pues no soportar a la actual novia de él.
En un entorno que mezcla lo urbano de lugares poco habituales de París, con el ambiente del jardín de la casa de campo y sus bucólicas imágenes, los diálogos se hacen de rogar en el arranque, pero cuando comienzan, fluyen sin fin, incluso conversaciones sobre filosofía, si se quiere, un tanto pedantes.
Éric Rohmer aborda una vez más las relaciones humanas entre estos personajes de clase media, cultos y acomodados, que buscan su ideal de la amistad y el amor en un mundo imprevisible, con una narrativa que responde al estilo depurado del maestro francés.
Contiene los elementos habituales en sus historias: la necesidad y la dificultad de tomar una decisión, un personaje manipulador, la intervención del azar.
ResponderEliminarAsí es.
EliminarCon este título, Rohmer iniciaba un nuevo ciclo, el llamado “Cuentos de las cuatro estaciones”. Un film, como todos los suyos, de una gran limpieza narrativa, sencillo en apariencia, con un leve pretexto argumental que esconde elementos de precisión para un soterrado discurso en el que se nos habla, entre otras cosas, sobre la dificultad de conjunción de las palabras con los sentimientos, de los deseos con la realidad. El ser humano con sus contradicciones, sus estrategias, sus escarceos y su conformista regreso a terreno seguro.
ResponderEliminarRohmer al fin y al cabo.
EliminarLo veo interesante así que, tomo nota para cuando tenga tiempo pues ahora tengo mucha lectura.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy bien.
EliminarConvertir en protagonista a una profesora de filosofía concuerda plenamente con el espíritu ilustrado de Rohmer.
ResponderEliminarSí, muy propio.
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