Al morir en abril de 1977, entre los papeles de Jim Thompson se encontraba un manuscrito preparado para su publicación. Se trataba de The Rip-off (El embrollo), en el que el escritor, a sus 71 años, había estado trabajando animado por el éxito de sus novelas en Europa y haciendo de lado el silencio con el que su obra había sido acogida en los Estados Unidos durante los últimos 30 años.
Thompson fue uno de los escritores más brillantes de la literatura policiaca norteamericana, dueño de una alucinante biografía, fue obrero de la construcción de oleoductos, administrador de cine, chófer de transportes de carga, portero de hotel, sereno, albañil, enfermero o vagabundo. Pero aún es más sorprendente su historia literaria, con novelas rechazadas, falta de reconocimiento profesional, autor de libros por encargo, prolífico novelista policiaco para editoriales de tercera, siempre con problemas económicos, ignorado por la crítica y eternamente fuera de las listas de bestsellers. Un autor marginal, como marginal fue su literatura.
El embrollo no corrió mejor suerte que sus anteriores libros. Sin haber encontrado editor, no sería hasta nueve años después de su muerte que aparecería publicado en medio del renacimiento literario de su autor.
Es la historia de Brittman Rainstar, un descendiente de indios norteamericanos a quien cuatro mujeres (su esposa, su amante, su ama de llaves y una enfermera que no es lo que parece), van a volver loco hasta convertir su vida en un verdadero torbellino que casi acaba con sus nervios, con su salud y con su vida. Su amigo, el sargento de la policía Jeff Claggett, será quien, sorteando las dificultades que el propio Britt le pone, le ayudará a salir del atolladero.
Una novela muy divertida, con muchos momentos en que la narración se torna pura comedia y que, al principio, nos resultará difícil comprender qué pretende contarnos su autor, hasta que somos conscientes de que el título no está elegido porque sí, y el embrollo se va aclarando, no así el misterio que se mantiene hasta las páginas finales.
Jim Thompson se despidió de nosotros y de la vida con una inmensa sonrisa en los labios, la que nos deja tras llegar al punto final de su novela.
Suena interesante. Tomo nota de tu recomendación.
ResponderEliminarTiene una estructura algo peculiar, diferente a los planteamientos clásicos.
Eliminar