Relato de los acontecimientos que sucedieron al asalto de La Bastilla desde diferentes puntos de vista: El ciudadano común de Marsella, los integrantes del ejército revolucionario, los aristócratas desde su exilio alemán o el propio rey Luis XVI.
Rodada al final del gobierno izquierdista del Frente Popular, con Europa al borde de una nueva guerra, es una película con marcado acento político, financiada con fondos públicos y suscripción popular y con el apoyo económico de la poderosa central sindical C.G.T.
Con un cierto aire de noticiero, Renoir, explicaba que había “tratado de contar uno de los grandes momentos de la historia de Francia, de la misma manera que hubiese contado una aventura que hubiera ocurrido en casa de mis vecinos. Tratando ese gran momento en un espíritu de intimidad y gran entusiasmo”.
Con algunas escenas en las que Jean Renoir dirige movimientos de masas y una primera mitad en la que está presente un cierto tono humorístico, el film deviene en un retrato bastante amable de la Revolución Francesa, centrada sobre todo en las clases humildes, en los protagonistas anónimos de los sucesos y en la que los grandes nombres aparecen únicamente mencionados por los personajes que vemos en el film, salvo en el caso de la familia real.
Sin renunciar a pasajes en que los enfrentamientos, incluso la muerte, están presentes, se soslayan los episodios de terror y la guillotina, ni aparece en el film.
La película pretende ser, sobre todo, un retrato de la decadencia y los abusos de la nobleza y la realeza y de la lucha de las clases inferiores por alcanzar la libertad, tratando de construír una sociedad más justa.
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