Cinco días en la escena de la música country y gospel de Nashville, lleno de estrellas, aspirantes a estrellas y otros apegados, que son un reflejo de la propia sociedad estadounidense.
Lejos del cosmopolitismo neoyorkino, de la calidez de las costas californianas, de las empinadas calles de San Francisco o de cualquiera de esos escenarios que abundan en las películas norteamericanas, Robert Altman nos lleva en esta ocasión a la capital del estado de Tennessee, esa Norteamérica interior que decide las elecciones, un ambiente en el que habitan gentes que escuchan a cantantes de country desconocidos por estos lares, pero cuyas canciones acumulan más descargas que las de las grandes figuras del pop o del rock.
El film pretende ser un fresco de la propia sociedad americana de mediados de los setenta, en la que colean los ecos del Watergate y aún enfrascada en la guerra de Vietnam poco antes del abandono definitivo. En este ambiente asistimos a una cierta crítica política y al desfile de un mosaico de personajes que, con mayor o menor éxito, representan estereotipos de ciudadanos corrientes cuyas vidas se entrecruzan. Quizá a algunos les parezca que el film tiene un argumento débil, pero no cabe duda de que representa todo un documento de una sociedad, con ciudadanos de a pie como protagonistas situados en un determinado momento y lugar de la historia de su país.
Altman siempre fue muy dado a las historias corales.
ResponderEliminarEs cierto.
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