Julien (Jean Gabin) y Clémence (Simone Signoret) viven en el barrio parisino de Courbevoie, en una casa que pronto será demolida para dar paso a las nuevas edificaciones de lo que será La Défense. Él, antiguo tipógrafo y ella fue acróbata en un circo. Ambos conforman un matrimonio presidido por el aburrimiento y la absoluta incomunicación. El marido concentra todo su afecto en Greffier, un gato que ha encontrado en la calle, pero, precisamente por ello, el gato es víctima del odio de la esposa.
El guión adapta una novela del escritor belga Georges Simenon, publicada en 1967. La novela también fue llevada al teatro en 2016, en una adaptación de Christian Lyon y Blandine Stintzy.
Dos monstruos de la escena francesa se reunen aquí para ofrecernos este demoledor retrato de un matrimonio maduro, sobre cuya relación, el paso de los años ha caído como una losa. Con algunos breves flashes en los que vemos lo que debieron ser tiempos mejores y algunos más recientes en los que ya la convivencia se había deteriorado, asistimos al desgarro total cuando la comunicación desatparece por completo y, de cuando en cuando, el marido le lanza (literalmente) a la esposa notas escritas en una libreta que contienen apenas dos o tres palabras.
Les vemos hacer la compra por separado, entrar en casa uno detrás de otro, pero cada cual por su cuenta o hacerse cada uno su comida y comer en mesas separadas, todo ello sin diálogos, como la mayor parte del film cuyo peso recae en los dos protagonistas, en sus gestos, sus silencios y sus pensamientos apenas expresados a media voz, eso sí, cada palabra es como un cuchillo afilado que clavan en la espalda del otro, demostrando el odio hacia el otro en que han convertido sus vidas.
Y sin embargo ¿por qué no se separan? como le pregunta la amante del marido que regenta un hotel de citas. Pues no se sabe muy bien si es por miedo a la soledad o porque ya han entrado en una rutina en la que los desdenes y el menosprecio al otro, forman parte de ella.
Un drama psicológico muy bien estructurado, planteado y dirigido por Pierre Granier-Deferre (un realizador opuesto a la Nouvelle vague, que apostó por el modo tradicional para sus films), en que las imágenes toman la palabra por encima de un exiguo texto y en el que el entorno cobra especial simbolismo para remarcar el deterioro del matrimonio: La casa decadente y opresiva; el barrio en plena demolición, por un lado y con nuevas construcciones por otro; los molestos ruidos exteriores que se contraponen al silencio de la pareja...
Provocadora, dura, incluso molesta en ocasiones, a pesar de ello, es una bella película por la forma en que está contado este relato sobre el amor perdido.
Hola Trecce!
ResponderEliminarGabin y Signoret son de una pasta especial, hay que tener mucho talento, tablas y un dominio absoluto del arte de la interpretación para meterse en esos personajes. Una película extraordinaria que no te deja indiferente.
Saludos!
Ellos son la película.
EliminarUn duelo interpretativo tan entrañable como hiriente. Parece mentira que la convivencia de una pareja pueda degenerar hasta ese extremo.
ResponderEliminarEs tremenda.
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