Daniele Dominici (Alain Delon) llega a la ciudad costera de Rimini contratado durante cuatro meses en una escuela secundaria, reemplazando a otro maestro. Su relación con su pareja Mónica (Lea Massari) está en crisis y pasa la mayor parte del tiempo jugando a las cartas con sus nuevos conocidos: Giorgio Mosca (Giancarlo Giannini), Marcello (Renato Salvatori) y Gerardo Pavani (Adalberto Maria Merli). En el aula conoce a la estudiante de 19 años Vanina Abati (Sonia Petrovna), novia de Gerardo, y se enamoran.
Descubrimos al final de la película (creo que tampoco es desvelar demasiado de la trama) que el protagonista pertenece a una familia de esas de rancio abolengo y acomodada, hijo de un héroe de guerra, algo que él niega en la primera entrevista que mantiene con el director del instituto donde va a ejercer la docencia.
Daniele, al que da vida en una magnífica interpretación Delon, es un ser hastiado, desencantado que pretende cortar con sus raíces. Un tipo culto al que parece que lo único que le interesa es la literatura, la poesía, el resto del mundo le trae sin cuidado, ni mujeres, ni amigos, ni diversiones, ni trabajo, nada le interesa, en una actitud sin consecuencias, salvo para él, si no fuera porque puede resultar tóxica, incluso molesta para quienes están a su alrededor.
El personaje nos recuerda inevitablemente al Alekséi Ivánovich de El jugador de Dostoievski y no solo por la clara referencia de su afición al juego, algo que le llevó en el pasado a la cárcel por firmar talones sin fondos.
La apatía de Daniele y ese daño que inflige a otras personas con su actitud, queda muy bien reflejada en la película cuando deja solos en clase a los alumnos en su primer día para ir a comprar el periódico o cuando se desentiende por completo de su amante, Mónica, y de nada le vale a ella su aparente bondad, el hecho de que no la maltrate físicamente o verbalmente o no la pregunte dónde o con quién ha ido, ella se siente ultrajada precisamente por esa falta de interés.
Cuando descubre a Vanina, cree haber encontrado un alma gemela, otro ser decepcionado por la vida, carente de ambiciones y que solo busca escapar de su continua insatisfacción.
Zurlini recurre a diálogos, primeros planos de los rostros, situaciones de cierta decadencia, composiciones delicadas, calles y espacios vacíos envueltos en la permanente bruma de Rimini, a los sonidos y al incesante encender de un cigarrillo tras otro por parte de Daniele, para remarcar esa sensación de desesperanza.
Un film melancólico sobre unos personajes cargados de dolor que parecen aspirar únicamente a alcanzar la primera noche de la quietud, un eufemismo para nombrar a la muerte.
Hola Trecce!
ResponderEliminarPues me has descubierto otro titulo. Es curioso el aspecto que presenta Delon, no es el mas habitual. No conocía a Sonia Petrovna, guapísima y con ese look tan de aquellos años. Eso de una presencia constante del tabaco ya es prácticamente imposible verlo en una película actual.
Saludos y buen finde!
Petrovna es de esas actrices que, viendo esta película, no sabes muy bien por qué no ha tenido más cartel.
EliminarUn personaje marcadamente existencialista, por no decir nihilista.
ResponderEliminarBastante.
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