LAS COSAS QUE DECIMOS, LAS COSAS QUE HACEMOS

 

Daphné (Camélia Jordana), embarazada de tres meses y de vacaciones en el campo, acoge como huésped a Maxime (Niels Schneider), primo de su pareja, François (Vincent Macaigne), que ha tenido que volver a París de forma imprevista, para cubrir a un compañero accidentado. Durante cuatro días, esperando el regreso de François, Daphné y Maxime se van conociendo y desarrollando cierta amistad, contándose sus respectivas experiencias sentimentales.

Variaciones sobre el amor o, mejor, sobre las relaciones, algo así podría ser un buen titular para definir la temática de este film del francés Emmanuel Mouret, autor también del guión. Encuentros, desencuentros, infidelidades, lealtad, desengaños... Los personajes que pueblan el film entrelazan sus vidas a veces por mera casualidad del destino y a través de sus experiencias vamos comprobando las diversas maneras de afrontar las variadas situaciones que comportan las relaciones sentimentales, cada cual reacciona conforme a su manera de ser o sentir, provocando, a su vez, las reacciones de otras personas de su entorno. De forma recurrente el film acude al flashback para contarnos la (o las) historia pasada de cada personaje y lo que ha supuesto en su vida y en la de los demás, todo de manera elegante, con diálogos muy trabajados, que ofrecen significativos momentos y grandes interpretaciones.

Si a ello le unimos encuadres y tomas muy pensados, algunos de gran belleza, sabiendo captar la belleza y la luz de los entornos y una ambientación sonora deliciosa, a base de clásicos (Mozart, Debussy, Chopin...) muy bien elegidos y armonizados con cada momento, nos encontramos ante una película de bella factura formal y de un amable, pero profundo tratamiento del amor, de la pareja y sus entresijos. 

Sencillez y clasicismo se dan la mano captando nuestro interés en un film no exento de lirismo y delicadeza y matices de sofisticación, que yo creo que es de los que se disfrutan.