ZOOLANDER: UN DESCEREBRADO DE MODA

 

Derek Zoolander (Ben Stiller) ha sido el modelo masculino más cotizado durante los últimos tres años. La noche de la gala que podría suponer su cuarta corona, el galardón se lo lleva un nuevo modelo llamado Hansel (Owen Wilson). Derek decide retirarse de la profesión, pero sus amigos desaparecen en un desafortunado accidente y, cuando vuelve a su pueblo natal, se encuentra con que su padre se avergüenza de él. Es entonces cuando decide aceptar la propuesta de un prestigioso diseñador que le pide que desfile para él. En realidad, Mugatu (Will Ferrell) es un malvado gurú de la moda que le lava el cerebro para conseguir matar al primer ministro de Malasia.

Sátira alrededor del mundo de la moda que nos presenta el estereotipo de modelo (en este caso masculino), algo tonto, bastante inculto y pagado de sí mismo. La crítica es ácida y descarada sobre este sector que centra sus intereses en la belleza canónica, plagado de personajes esperpénticos y ridículos, pero que mueve tantísimo dinero. El humor está delineado a base de brochazos, aunque es cierto que hay dos o tres escenas muy logradas e ingeniosas.

Película que despierta odios y pasiones a partes iguales, en su momento fue un verdadero fiasco de taquilla, no perdieron dinero, según Stiller, pero apenas salvaron los muebles, sin embargo, con el tiempo ha ido ganando adeptos, sobre todo después de que a Terrence Malick se le ocurriera decir que era una de las mejores de la década. Yo pienso que también se ha beneficiado de cosas que en su momento no eran tan llamativas y ahora se han vuelto verdaderos fetiches: Ver aparecer a Donald Trump cuando ni se le pasaba por la cabeza llegar a ser lo que fue en política; la aparición de David Bowie, entonces una estrella, pero hoy, una vez muerto, convertido ya en un mito y la presencia en el reparto de Milla Jovovich antes de Resident Evil, cuando era mucho más conocida como supermodelo que como actriz. 

Yo no se si Ben Stiller quiso hacer la película tal cual está o le salió así, el caso es que resulta un film entretenido y que en lo ridículo de muchas de sus escenas y personajes, retrata la ridiculez de un mundo tan materialista y superficial, pero a veces peligroso para quienes lo viven y acaban convertidos en juguetes rotos, como es el de la moda y la publicidad.