La Guerra Civil española cogió por sorpresa a algunas personas que estaba en plenas vacaciones estivales, cuando eso de las vacaciones veraniegas era sólo cosa de algunos pocos. Muchos se quedaron e intentaron sobrevivir en las zonas rurales, donde la contienda sonaba como un eco lejano. En un pueblecito cercano a Barcelona, varias familias amigas decidieron seguir en sus casas de veraneo hasta que terminara la guerra. Para los niños fueron éstas unas largas e inesperadas vacaciones. A medida que la guerra se recrudecía, la actitud de los adultos empezó a cambiar: algunos iban diariamente a la ciudad para mantener sus negocios; otros, en cambio, tuvieron que permanecer escondidos debido a su ideología. Aunque a ojos de los niños se intentara maquillar la situación, era evidente que se vivía una guerra.
Apenas desaparecido el dictador, Jaime Camino comenzó el rodaje de este film, si no el primero, uno de los primero en que los republicanos no eran los malos de la historia y lo hizo rodeado de un elenco en el que junto a los niños, que tienen gran protagonismo en la película, figuran algunos de los nombre más conocidos del panorama cinematógráfico de la época (José Sacristán, Concha Velasco, Francisco Rabal, Analía Gadé, Ismael Merlo, Ángela Molina, Charo Soriano, José Vivó...), si bien es verdad que en alguno de los casos, como el de Vicente Parra, lo hacen de manera testimonial.
Junto a un argumento interesante y más para la época, en que apenas había nada sobre la Gerra Civil que no estuviera fuertemente influenciado por la ideología de los vencedores, la película tiene de todo, tramos y escenas que resultan de cierto nivel, con otras en que la cosa no está demasiado bien concebida, sobre todo al principio, hay escenas que me han resultado un tanto abigarradas, en el sentido de querer contar mucho sin demasiado tino. Por ejemplo en una de ellas vemos a los niños quedando en la calle para ir al cementerio a jugar, aparecen algunos con sus bicicletas; una pareja de niñas (las gemelas las llaman), van dando saltitos por la calle y cantando "Dónde están las llaves..."; otro se desliza acera abajo sobre un patín casero con ruedas de cojinetes... Es como si en una sola escena quisieran mostrar todo lo que hacían los niños del momento y queda demasiado recargado. Hay alguna escena más de este tipo, como por ejemplo en la que cercan la iglesia desde donde disparan los simpatizantes del Alzamiento.
Cataluña, en algunas interpretaciones del discurso oficial del Régimen franquista, parecía que había sido un nido de rojos y comunistas. Nada más lejos de la realidad, mucho más cercana a lo que aquí podemos observar. Al menos entre su burguesía y en amplias capas de las clases medias, los catalanes eran mayoritariamente republicanos, dentro de esto,cada cual con los apellidos que se quieran poner, desde separatistas, hasta catalanistas o cercanos al socialismo o al republicanismo nacional y, si precisamos más, gente que en su mayoría quería vivir en paz y que les dejaran progresar tranquilamente en sus negocios, lo que ocurre es que una mentalidad más moderna, por llamarlo de algún modo, les alejaba de los discursos del fascismo que empezaba a tomar cuerpo en Europa y que encontró mejor caldo de cultivo en algunas otras regiones españolas.
Esa burguesía es la que retrata la película. Algunos la tachan de cobarde, pero hay que ponerse en el momento, porque a toro pasado todos somos muy valientes, pero había que estar allí viendo como tus medios de vida se iban al garete y cómo las bombas te caían encima cuando la percepción que tenías es que tú no habías hecho para merecer aquello.
Algunos se fueron a la ratonera francesa al acabar la guerra, pero otros muchos se quedaron y capearon como pudieron los primero años de terrible represión, siempre pendientes de una denuncia porque habían sido militantes de Esquerra o porque iban a la Casa del Pueblo, pero no eran sino sencillos obreros y comerciantes modestos que se vieron sorprendidos por una guerra en pleno periodo de vacaciones, un ambiente que los niños comenzaron a vivir como unas largas vacaciones que, al final, duraron demasiado (para algunos casi cuarenta años), en las que sus vidas cambiaron y algunos, los más jóvenes, hubieron de madurar de golpe sin haber disfrutado de la juventud.
Su temática era bastante rompedora en la época de su estreno. Si mal no recuerdo, tuvo bastante éxito.
ResponderEliminarSaludos.
No había muchos films sobre el tema que no estuvieran enfocados desde el lado de los vencedores.
Eliminar¡Cielos, Trecce, debe ser horrible vivir una guerra!
ResponderEliminarRespecto al film y la escena de los niños; es posible que esté recargada, pero por lo general los niños no captan la gravedad de la situación, o si se pusieran tristes, se distraerían fácilmente y muy pronto verían todo normal.
En todas las situaciones de crisis, tanto de la película, como en la actual pandemia, son los niños quienes salen más perjudicados.
Cordiales saludos, un abrazo.
No me parece mal que reproduzca todas esas situaciones que comento, es más, lo encuentro adecuado, como bien dices, los niños ven las cosas con otros ojos y tengo testimonios cercanos de cómo vivieron la guerra que demuestran esa inocencia. Lo que ocurre es que lo ha metido todo en la misma escena y queda poco o nada natural.
EliminarUna película valiente y muy digna en su acercamiento a uno de los temas cruciales de nuestra historia más reciente.
ResponderEliminarPor cierto: me ha hecho mucha ilusión que incluyas la primera fotografía (la de los cuatro niños mirando al horizonte). Es una captura de pantalla que hice hace un par de años para ilustrar mi texto sobre la película.
http://cinefiliasantmiquel.blogspot.com/2019/08/las-largas-vacaciones-del-36-1976.html
Síiiii... Me quedó la duda de pedirte permiso cuando estaba buscando fotos para ilustrar la entrada y encontré esa en tu blog.
EliminarDeduzco que no te molesta, pero si así fuere, la cambio.
No, hombre: al contrario. Me alegra que te haya sido útil.
EliminarPues, agradecido.
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