Enid (Thora Birch) y Rebecca (Scarlett Johansson), dos rebeldes adolescentes amigas desde hace años, no saben cómo pasar el rato ahora que ya han acabado los estudios de secundaria. Pese a sus tímidos esfuerzos por encontrar trabajo, a menudo acaban deambulando por las calles, escrutando el comportamiento de la gente que les rodea. Atraídas por los personajes excéntricos, suelen mirar los anuncios personales del periódico local. Enid llama al autor del anuncio más lamentable, un hombre solitario de cuarenta años, coleccionista de discos, y le invita a una cita a ciegas. Ambas acudirán al restaurante convenido para espiarle y saber cómo es su vida.
Dirigida por Terry Zwigoff, el guión, del mismo realizador y de Daniel Clowes, adapta la novela gráfica del mismo título con dibujos y texto de éste último, aunque no es una versión fiel, sino que le da otro enfoque, pero sabe captar muy bien el espíritu de la obra en que se basa, al menos así lo ve Daniel Clowes, y él, mejor que nadie, sabrá de lo que habla al ser autor del cómic y haber participado en el guión.
Ghost World es una de esas películas que resultan atractivas por varias razones, las principales, su estética y sus personajes, pero no lo es menos la manera en que cuenta su historia que, en sí misma, no es nada del otro mundo. ¿De qué va?, pues principio, del paso de la adolescencia a la edad adulta, dicho así, suena a algo más que visto en el cine, pero ya he dicho que lo principal no es la historia, sino cómo la cuenta.
Ese mundo de adolescente, siempre visto desde la óptica de un adulto y, por tanto, deformado en cualquier historia que se nos presente, nos trae de nuevo esas dudas que se presentan a veces en quienes atraviesan por ese periodo de sus vidas en que se les pide que tomen decisiones sobre su futuro para las que no siempre están preparados o que no tienen claras, pero que se les obliga de forma apremiante a tomar y de ahí vienen algunos de los conflictos que se viven a esa edad en que, quizá, lo más relevante es, precisamente, la inseguridad.
Si se toma de una manera literal, ya la película resulta interesante, porque los personajes nos resultan atractivos, nos atrapan sin que hagan nada especial, al fin y al cabo su protagonista principal, Enid, se dedica principalmente a ser una especie de voyeur de la vida y los personajes que la pueblan.
Y no digamos ya si nos dedicamos a hacer otras lecturas de lo que aparentemente estamos viendo, porque uno de los atractivos del film es ese, que en las posteriores revisiones o, simplemente, cuando repensemos qué es lo que hemos visto, se nos abre un conjunto de interpretaciones, lo que es uno de los grandes valores de ciertas buenas películas, que el espectador halla interpretaciones de las que algunas veces ni el propio autor ha sido consciente.
¿Realmente lo que hemos contemplado es lo que ve y lo que le ocurre a Enid, o parte de ello es producto de su imaginación, vivencias que ella imagina en esa especie de mundo onírico que a veces habita? Ese es uno de los quids del film, pues como nunca queda clara la diferencia entre un estado y otro, ni siquiera si ambos estados coexisten o todo es real, pues se nos abre todo un abanico para que nuestra imaginación eche a volar.
Ojo también a los detalles que nos va ofreciendo el film para que hagamos interpretaciones más evidentes, como cuando Enid se tiñe el pelo o deja de hacerlo, algo que nos explica en cierto modo cuáles son sus estados de ánimo.
Y para acabar, ese final tan evocador, toda una metáfora del camino que toma la protagonista, aunque no sepamos a donde la va a conducir.
Con el aliciente añadido de ver a Scarlett Johansson haciendo de friqui.
ResponderEliminarPor supuesto, algunos dirán lo que quieran, pero Scarlett, con sus altibajos (¿y quién no?), me parece una actriz muy interesante.
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