viernes, 13 de marzo de 2020

QUE DIFÍCIL ES SER UN DIOS


Un grupo de científicos es enviado al planeta Arkanar, donde la civilización se ha quedado estancada en plena Edad Media, con el objetivo de ayudarles a encontrar el camino correcto para alcanzar el progreso.
Su tarea es complicada, ya que bajo ningún concepto deben interferir con actos violentos, ni mucho menos matando a nadie.
El científico Don Rumata (Leonid Yarmolnik), tomado por los nativos como el hijo ilégitimo de un dios pagano, intenta salvar a los intelectuales locales de su castigo y no puede evitar tomar una posición en el conflicto que vive el planeta.


El guión se basa en una novela de los hermanos Arkadiy y Boris Strugatskiy. La novela contiene una crítica evidente al régimen soviético que la miopía de los censores pasó por alto, quizá porque los hermanos Strugatskiy, escondieron sus trucos donde lo hacen los grandes magos, a la vista de todo el público. Hay un par de párrafos en la novela que son demoledores y evidentes: “no necesitamos personas inteligentes, sino fieles”, dice una de las autoridades del planeta y, también se dice: “¡Lo esencial del nuevo Estado serán sus propias instituciones, en las cuales se fundamentará!”
Aleksey German decidió rodar la película en 1968, 4 años después de la publicación del libro. Junto con Boris Strugatsky escribieron la primera versión del guión. En agosto, German recibió permiso para filmar, pero pronto comenzó la Operación "Danubio", nombre con que se bautizó la invasión de Checoslovaquia por tropas de la URSS y otros países del Pacto de Varsovia, por lo que no se permitió al director filmar la película.
La filmación definitiva comenzó en 2000 y se prolongó hasta 2006, periodo al que hay que añadir otros seis años de postproducción. Desafortunadamente, Aleksey German falleció en febrero de 2013, antes de acabar la película. Su hijo Alexei German Jr. y Svetlana Karmalita completaron el trabajo tratando de seguir escrupulosamente las notas de rodaje de su padre.


He estado echando cuentas y me salen 45 los años que este hombre esperó para que su película fuera estrenada y, encima, fue unos meses después de morir. Hay que tener mucho empeño para estar tanto tiempo luchando contra viento y marea para ver cumplido un objetivo, sin duda, en este caso, sí que se puede decir aquello de que fue la película de su vida, pues toda una vida trabajó en ella.
He de advertirles que no se fíen mucho de la sinopsis, el argumento llega a parecer, si no atractivo, al menos, prometedor, pero lo cierto es que eso de que un grupo de científicos son enviados como observadores a un planeta que vive así como 800 años atrás de nuestra era, lo sabemos porque una voz en off nos lo dice, no por que se deduzca de lo que vemos, que no es otra cosa que directamente la vida en esa sociedad durante todo el film, sin que se note que el protagonista viene de otro mundo mas que porque nos lo han adelantado.
Lo primero que llama la atención del film es la influencia artística que observamos en él, desde la primera imagen nos da la sensación de estar observando un cuadro de Brueghel o de El Bosco, aquello podría ser perfectamente El jardín de las delicias o El triunfo de la muerte, pero en blanco y negro.
Esta sensación desaparece cuando la cámara se acerca y reaparece de forma recurrente en determinados momentos de la película.
Aleksey German nos pinta un mundo asqueroso, permítaseme la expresión, calles embarradas, malolientes, llenas de detritus de todo tipo y unos interiores sombríos, recargados de cachivaches que son auténticas porquerías, habitado por personas andrajosas que tienen pulgas y chinches.
Ese es el film, cargado de planos secuencia en que me imagino a la cámara esquivando estorbos y salpicaduras, no sólo de barro o la lluvia que acompaña casi siempre el deambular exterior de los personajes, sino sus escupitajos, vómitos, etc.
Mi mayor admiración es para los decoradores, diseñadores, ambientadores, escenógrafos, maquilladores y demás que consiguen crear este ambiente nauseabundo y desagradable y para los actores que debieron sumergirse en el lodo y la mierda (perdón de nuevo) cada día.
Es evidente que debe ser difícil ser un dios en ese ambiente, si eso era lo que quería transmitirnos el director, lo ha conseguido, porque estar tres horas contemplado ese mundo es agotador, claro que para el dios será peor, pues ha de estar viéndolo toda la eternidad.
No sé si valía la pena esperar tantos años, pero al final, German logró hacer realidad su sueño, aunque no lo viera.




2 comentarios:

  1. En su momento sería una crítica al sistema socialista, hoy se podría ver en los conflictos que surgen cuando se quiere introducir el sistema democrático en otras sociedades con calzador.

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