Cheyenne Harry (Harry Carey), trabaja como vaquero en un gran rancho de Wyoming, corteja a Helen Clayton (Molly Malone), hija del propietario del rancho, de la que está enamorado, siendo correspondido por la joven; en la primera secuencia del film se ve a Harry entregando a Helen un pequeño corazón que ha tallado en madera de secuoya, como prueba de su amor.
Sin embargo, en la víspera de su matrimonio con Harry, Helen se fuga con Eugene Thornton (Vester Pegg), un atractivo hombre de ciudad que ha ido al rancho a comprar caballos.
A pesar del dolor que le produce, Harry acepta la pérdida e intenta continuar con su vida, mientras Helen, una vez en Nueva York, descubre la verdadera cara de Thornton, él y sus amigos son personas de moral disipada. Helen envía por correo a Cheyenne el corazón tallado que le regaló, como señal de que necesita su ayuda.
Harry viaja inmediatamente a Nueva York. Una pareja de estafadores trata de robarle, pero la ladrona se encariña de él y lo ayuda a buscar a Helen, a la que encuentra, bastante a disgusto, en un banquete al que asisten Thornton y sus amigos. Mientras, la timadora que le ha ayudado, llama a los vaqueros del rancho Clayton, que están en la estación de tren de la ciudad, a la que han llegado acompañando un embarque de ganado, y les avisa del peligro que corre su amigo.
Los vaqueros acuden a la llamada de Cheyenne y galopan de manera temerario por Broadway en medio del tráfico dispuestos a enfrentarse a Thornton y sus acompañantes.
Es con casi toda seguridad la película más antigua que se conserva de John Ford, gracias a una casualidad que ha permitido recuperar una de las obras de juventud del gran cineasta, la mayoría de cuyas películas del periodo mudo, parecen definitivamente perdidas.
El film se conserva gracias a que un coleccionista, depositó en 1970, en los Archivos Franceses de Películas, cuatro bobinas etiquetadas como un western llamado "Un drama en el oeste". 30 años más tarde, la película pudo ser identificada como "Bucking Broadway" (1917), gracias a la presencia en la misma de Harry Carey, el actor fetiche de John Ford.
Se conservan 369 de los 434 metros originales de película.
Es un film rodado en un abrir y cerrar de ojos y que no abrigaba demasiadas pretensiones, centrado en los sentimientos de los protagonistas, con unos personajes que no vienen adornados de especiales complicaciones.
Sin embargo, encontramos a un Harry Carey que pone mucha emoción en su papel y a un John Ford que derrocha inventiva en cada plano, con uno de los primeros ejemplos de ese humor tan peculiar que tenía, como la secuencia en que el protagonista se está probando los pantalones que va a adquirir para la boda, tras el mostrador, mientras entra en la tienda una clienta a la que le da un soponcio cuando se da cuenta de la situación. También un ejemplo de lo que serán sus cómicas peleas, en esta ocasión en la terraza de un hotel, organizada espacialmente de tal modo, que permite diferenciar varios escenarios y presenciar diferentes peleas simultáneas.
Pero sobre todo, lo que ya reconocemos son esas espectaculares escenas tan de Ford en las que hombres y naturaleza parecen sublimarse, adquiriendo proporciones majestuosas y una pincelada de lo que será un plano recurrente en sus películas: el personaje a contraluz (en esta ocasión L.M. Wells, que interpreta al Sr. Clayton, dueño del rancho) en el quicio de la puerta, asomado al exterior, en una sugerente imagen del apesadumbrado padre, que ve partir al que pudo haber sido su yerno, y al que la traición de la hija ha sumido en la vergüenza y la desesperanza.
Un film muy divertido por lo que tiene de sencillo e incluso de naif.
Se disfrutan mucho estas películas viendo ideas, planos y situaciones en la trama como si fueran borradores de lo que luego serán elementos de las obras mayores del maestro.
ResponderEliminarTienen un encanto especial.
EliminarRepasando un poco por encima encima su biografía, pone que tu protagonista de esta vieja cinta, fue Juez de Sesiones Especiales y presidente de una empresa de máquinas de coser. Aquellas viejas películas, tenían mucho mérito, para los escasos medios de los que se disponían.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Curioso de veras.
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