Después de meses sin que aparezca el culpable de la muerte de su hija, Mildred Hayes (Frances McDormand), una mujer de 50 años, cuya hija fue violada y asesinada, da un valiente paso al contratar tres vallas publicitarias situadas camino de su pueblo y que nadie usa desde hace años, con un polémico mensaje dirigido a William Willoughby (Woody Harrelson), el venerado jefe de policía del pueblo. Cuando su subordinado, el agente Dixon (Sam Rockwell), un inmaduro muy influenciado por su madre, con la que vive, aficionado a la violencia, entra en acción, la guerra entre Mildred y las fuerzas policiales de Ebbing no hace más que empezar.
El caso es que el asunto de las vallas cobra notoriedad. Por un lado, la gente piensa que es un ataque personal contra Willoughby, y casi todos saben que el jefe se está muriendo de cáncer; por otro, el hijo de Mildred, Robbie (Lucas Hedges), sigue traumatizado por la horrible muerte de su hermana, y las vallas publicitarias solo consiguen recordárselo y le resultan molestas, además le traerán problemas en el colegio. Mildred incluso acude a la televisión, para explicar en directo su razonamiento para colocar las vallas publicitarias. Esencialmente está desafiando al Departamento de Policía de Ebbing a hacer su trabajo en lugar de ejercer su fuerza contra las minorías. Mildred seguirá plantando cara a la incomprensión de algunos, como el día en que un borracho Dixon, le hecha en cara a Red Welby (Caleb Landry Jones), el dueño de la agencia publicitaria propietaria de las vallas, que las haya alquilado para semejante fin, mientras un vendedor de autos, James (Peter Dinklage), sale en defensa de Mildred.
El guión es del propio realizador del film, Martin McDonagh y tiene algún giro un tanto forzado en situaciones significativas y de las que la historia saca provecho para llevar la narración por los derroteros que desea el director, quizá el principal sea que, tras verse envuelto en un incidente del que sale malparado, como si de un Saulo camino de Damasco se tratara, uno de los personajes se convierte casi en un angelito cuando antes era una reencarnación de satanás. Aún así, es cierto que está bastante bien construído y que la relación entre las tramas que afectan a cada personaje, están bien ensambladas.
Excelente la partitura de acompañamiento, con una banda sonora del veterano y contrastado Carter Burwell, compositor de cabecera de los hermanos Coen.
En cuanto a las interpretaciones (inmensa Frances McDormand), en general resultan equilibradas y cada uno de ellos, sobre todo los protagonistas, saben sacar lo mejor de si en beneficio de sus personajes.
La película nos trae recuerdos de las varias fuentes en las que bebe, el cine de Joel y Ethan Coen (la esposa de Joel, Frances McDormand, es la protagonista y, según parece, él fue quien la convenció para que aceptara el papel); las novelas de Cormac McCarthy y ese cierto sabor de western moderno (no en vano, McDonagh ha confesado que para los movimientos de Frances McDormand, se inspiró en la manera de moverse de John Wayne) y un asunto, el de tomarse la justicia por su propia mano, que aparece en la película, tan clásico en algunas películas del oeste.
El film no deja de enviar varios recaditos a la sociedad norteamericana, cuyo pretendido mundo idílico pone en solfa, acompañándose de una dosis nada escasa de un humor oscuro tirando a negro.
Un film entretenido, bien hecho y bien interpretado, con una historia original y dura en la que se critican unos cuantos aspectos de la vida norteamericana, no sólo de esa llamada Norteamérica profunda, aunque especialmente, y a esa tendencia tan remarcada en nuestro mundo de defender a los de la tribu por encima de todo, sin reconocer errores y tapando sus miserias de cara a los demás, incluso al final, se deja caer la duda de que el sospechoso puede ser culpable y está siendo arropado por pertenecer a una élite, se supone que militar o de inteligencia.
Aleccionadora la secuencia en que Mildred lee la cartilla al cura que pretende que retire los anuncios.
La película trata de escapar de posicionamientos y dejar al espectador que empatice o no con cada personaje, pues cada uno tiene sus razones y al final acabamos acercándonos o, al menos, comprendiendo por momentos, a todos y cada uno de ellos.
Me alegro mucho de que esta película haya salido bien y tenga ese argumento tan original. Y tan de aplicarse a otros muchos sitios.
ResponderEliminarMe gusta cómo la cuentas y si pudiera, depende de en dónde la pongan, me gustaría verla.
Merece la pena.
EliminarLas críticas son muy desiguales, pero la tengo que ver...
ResponderEliminarA mí me gustó. Solo por la interpretación de la protagonista, creo que ya merece la pena, aunque hay más.
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