La primera novela de Diane Setterfield fue todo un éxito, y es fácil adivinar por qué. El cuento número trece (The thirteenth tale) es un homenaje inteligentemente trazado y bellamente escrito a la clásica novela de misterio romántico. Sin quererlo, al lector se le vienen a la memoria Rebecca o La dama de blanco, pero especialmente Jane Eyre, un libro que Setterfield entreteje en la sustancia de la trama y cuyos elementos góticos se reinventan hábilmente en una peculiar historia de locura, asesinato, incesto y oscuros secretos.
La vida de Margaret Lea está dedicada a la librería de antigüedades dirigida por su padre. Marcada por el descubrimiento juvenil de que nació con una gemela unida a su costado, cuya separación y muerte le permitió sobrevivir, su vida transcurre en silencio, leyendo vorazmente y ocasionalmente escribiendo, por placer, la biografía de algunos literatos.
Sin que medie ningún motivo aparente y sin conocerla previamente, es convocada por Vida Winter, una escritora de asombrosa producción, cuyos libros son muy apreciados y ocupan una gran cantidad de espacio en los anaqueles de muchas bibliotecas. Miss Winter, ahora apartada de la vida pública, ha dado decenas de versiones de la historia de su vida, cada una igualmente fantástica. Cuando se siente cercana a la muerte, está lista para decir la verdad. Margaret se siente intimidada, pero la señorita Winter, la atrae con la oferta de una historia irresistible. "Érase una vez", dice ella, "una casa habitada por fanstasmas ... una biblioteca ... Érase una vez dos gemelas". Margaret está enganchada, como lectora, no puede resistirse a una historia prometedora.
Es el comienzo de la increíble historia de Angelfield House, la ruinosa mansión donde creció la señorita Winter. Nos encontramos con los extraños hermanos Charlie e Isabelle, cuyo vínculo sadomasoquista consigue florecer en medio de la miseria y el abandono. Más extraños todavía son los descendientes de Isabelle, las gemelas pelirrojas y medio salvajes, Adeline y Emmeline, que parecen desequilibradas y se comunican en un lenguaje propio que nadie mas que ellas entiende.
A la casa llegará una institutriz, Hester, sensible y enérgica, decidida a poner orden en una casa enloquecida.
Ya tenemos todos los elementos en su lugar: La casa misteriosa, el jardín topiary (un tipo de jardín que se caracteriza por las formas artísticas de sus arbustos y plantas), la antigua biblioteca, fieles y antiguos sirvientes, y la constante y vaga posibilidad de lo sobrenatural. Con todos estos ingredientes, si se consigue la prosa adecuada, cual es el caso, ya se tiene asegurada una novela de éxito y nada digo si ante el libro se encuentra un lector compulsivo.
Quizá lo menos conseguido sea la presencia del Aurelius, al final parece un personaje de reserva, preocupado por atar todos los cabos sueltos que acaban siendo unidos sin tener que recurrir apenas a él.
Notable debut de la autora en el mundo editorial con un libro sobre la alegría de los libros, un fascinante misterio de múltiples capas que gira y gira, y teje un hechizo mágico durante buena parte de la narración.
Diane Setterfield tiene una redacción muy buena, como tu indicas en la reseña, que te invita a seguir leyendo sin cansarte. Quieres saber como se resuelve el misterio y en que terminan los secretos que te va planteando. Es una novela de suspense para leerla de un tirón
ResponderEliminarEn efecto, no muy complicada de leer.
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