La señora Eagleton (Anna Massey) aparece asesinada en el salón de su casa a las afueras de Oxford. Su cuerpo es descubierto por dos hombres que en ese momento se encuentran por primera vez cara a cara, aunque ya se conocían de una conferencia que dio el primero de ellos: Arthur Seldom (John Hurt), prestigioso profesor de Lógica, y Martin (Elijah Wood), un joven estudiante americano recién llegado a la universidad con la intención de que el famoso profesor dirija su tesis doctoral y que se aloja precisamente en casa de Mrs. Eagleton y cuya vida privada ha sufrido un importante cambio a raíz de su relación con Lorna (Leonor Watling), una hermosa joven a la que conoció cuando jugaba al squash.
La muerte de la anciana no es sino el primero de una serie de asesinatos con inquietantes puntos en común. Son crímenes casi imperceptibles, que podrían incluso pasar por muertes naturales si no fuera porque cada uno de ellos viene acompañado de un mensaje: una imagen, un signo diferente en cada ocasión que, muerte a muerte, va dando forma a una serie cuya lógica deberán descifrar los protagonistas.
Recorrer ese camino supondrá poner a prueba no solo las convicciones matemáticas sino la propia forma de entender el mundo de profesor y alumno.
Adaptación de la novela homónima del escritor y matemático argentino Guillermo Martínez, en la que el protagonista, en vez de un estudiante norteamericano, es un estudiante argentino el que se traslada a Oxford. Guillermo Martínez realizó una estancia postdoctoral en Oxford, lo que, sin duda, inspiró y facilitó la escritura de la novela.
La obra literaria fue publicada en 2007 y es una curiosa y original mezcla entre novela de intriga y matemáticas, aunque es cierto que quizá sea mejor su planteamiento que su desarrollo.
La adaptación cinematográfica de Alex de la Iglesia puede decirse que es la película menos representativa del director, rodada en inglés y con actores anglosajones en su mayoría, peca también de cierta fragilidad en su guión que es un rompecabezas en el que da la impresión de que las piezas no terminan de encajar bien.
Plagada de homenajes al mundo de las matemáticas (el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, la Paradoja del Mentiroso, el último Teorema de Fermat, que demostró en 1993 el profesor británico Andrew John Wiles...), sin embargo creo que el espectador no entenderá muchas de estas referencias si no está muy versado en la materia y el efecto que consigue es un pequeño caos en el que te acabas perdiendo e incluso aburriendo por la poca imaginación con que está planteado todo el asunto que carece de aliciente para el espectador.
Algunas actuaciones son penosas, con un Elijah Wood que parece que está perdido (no se si no entendía bien el inglés de Alex o es que tampoco se entera de lo que está haciendo) y Leonor Watling en un papel totalmente prescindible, pues no aporta nada a la trama y parece que está allí solo para enseñar las tetas (con perdón), con escenas realmente ridículas, desde la primera, en que se hecha literalmente encima de Martin para que se la lleve a la cama, hasta la absurda escena de los spaghetti.
Tiene algunos planos realmente brillantes, pero uno está tan perdido, o tan sorprendido de lo mal que discurre el film que, en ocasiones, pasan desapercibidos.
Lo mejor, el plano secuencia del minuto 20 de película, muy bien planificado, en el que aparecen todos los principales intérpretes y que acaba con la aparición en pantalla del primero de los cadáveres.
No la he visto, pero por lo que narras, tampoco es para guardarla en la hemeroteca.
ResponderEliminarSalud Trecce.
No es muy llamativa, la verdad.
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