Antonio Salas (Tristán Ulloa), es un periodista que, tras perder a su compañero de trabajo Víctor (Frank Spano) a manos de un grupo de neonazis, decide hacerse pasar por uno de ellos para encontrar a los culpables y llevarlos ante la justicia.
Además de un compañero y amigo, Víctor era también el hermano de su novia Mónica (Juana Acosta), lo que provoca que la implicación de Antonio en su búsqueda sea mayor en todo momento. Primero intenta introducirse en el universo de los cabezas rapadas a través de chats de internet, lo que no le resulta nada fácil a pesar de su habilidad para escribir. Pero para enfrentarse cara a cara con los verdugos de Víctor, Antonio se verá obligado a moldear su aspecto y su forma de expresarse de una manera más radical. Horrorizada, Mónica es testigo de los intentos de su novio por convertirse en un monstruo que pasaría desapercibido entre los asesinos que acabaron con su hermano.
Antonio deberá debatirse entre el odio y el asco que le producen sus nuevos compañeros de viaje y la misión que se ha autoimpuesto para tratar de desenmascarar a estas tribus urbanas y lo que se esconde detrás de ellas, que es el verdadero peligro, ya que sus integrantes, muchas veces están manipulados, aprovechándose de los problemas emocionales que padecen muchos de ellos.
Se estrenó en televisión tres años después del final de su rodaje y dos después de su lanzamiento en DVD. Que yo sepa, nunca llegó a las salas comerciales.
El guión se basa en el libro del mismo título de Antonio Salas, pseudónimo detrás del cual se esconde un conocido periodista de investigación.
El principal valor de la película es el testimonio que desmonta los argumentos de algunos sobre lo que significan estos grupos. No son chavales descerebrados que se dedican a destrozar lo que encuentran a su paso, esos, en todo caso, son la punta del iceberg, lo que se ve desde fuera, pero detrás de ellos hay todo un entramado que maneja dinero, contactos y, sobre todo, una ideología basada en el odio a lo diferente y alimentada por gente de sólida formación que nada tiene que ver con los que en las calles montan el numerito y pegan palos. En esta ocasión son grupos de extrema derecha, en otras fueron quienes protagonizaban la kale borroka en las calles del País Vasco, y ahora los grupos islamistas que siembran el terror o los más novedosos radicales que actúan contra el turismo.
En el film observamos la capacidad de penetración en páginas en Internet, locales, publicaciones y grupos musicales. Explica el proceso de reclutamiento y concienciación a través de los atractivos que representan para tantos jóvenes la estética personal, la canalización de las actitudes rebeldes más elementales a través del odio y los mensajes simples, la música, los elementos contraculturales como el exotismo pagano, esotérico y ocultista... y, sobre todo, la consolidación del sentido de pertenencia a una tribu urbana que les protege e intimida a los demás, generando autoestima y un sentido primario de superioridad.
La película en sí, rodada en algunos momentos como si de un documental o de un reportaje televisivo se tratara, tampoco es nada del otro mundo, pero repito que el valor testimonial y de conocimiento y comprensión de cómo son y cómo actúan estos grupos, la hace tremendamente interesante.
Dices que se estrenó en televisión pues mira no la recuerdo, y que no pasara a las salas comerciales si que es raro, tendrían sus motivos. Está claro que detrás de estos grupos tan radicales y violentos y da lo mismo que sean de extrema derecha que de izquierda, hay mucho bacalao metido. Pero yo creo que de entrada para dedicarse a apalear a la gente, o asesinarlas así si más, por ser de una ideología distinta, hay que se muy mala gente, y llevar ya rubricado desde que se nace esa condición de borde y cruel. Y lo peor de todo, es que incluso los hay hasta con un nivel cultural medio o alto, que no tienen porque ser gente marginada ni rechazada por la sociedad. O como se dice ahora mucho, con el terrorismo islámico, le lavan el cerebro y les comen la cabeza. Para mí, y es mi opinión, esto son chorradas, ya que el que es malo, lo es, desde que su madre lo trae al mundo. Aunque también en ocasiones, es el mundo quien te obliga a cometer ciertas barbaridades, pero creo que de estos se dan menos casos.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Estoy de acuerdo con tu argumentación. Está más que demostrado que la mayoría de estos berzotas, a veces están donde están y no en el lado de enfrente por pequeños detalles del destino, haber nacido en tal o cual territorio, tener tales o cuales compañías, etc. pero que tienen una predisposición para la violencia irracional y cuando caen en manos de la persona adecuada, son manipulados sin que los listillos de ellos se enteren, para dar la cara por quienes de verdad están detrás de todo esto, que esos sí que son peligrosos y malvados.
EliminarInteresante argumentario complejo. Por un lado el de los infiltrados en organización criminal que repugnan, caso de muchísimos policias o guardias civiles con Eta y en el que se hizo famoso uno que se hacía llamar EL LOBO.
ResponderEliminarPor otra parte está facilidad con que determinados cerebros reclutan a gente que se pierde por la estética o la parafernalia de grupos extremistas. No creo que esos reclutados sean ni buenos ni malos. Simplemente viven sin criterio personal alguno.
Lo que sí es cierto y real es la existencia de personajes que , muy camuflados, manejan a grupos extremistas. Tengo la experiencia por donde vivo de que a los etarras los dirigian gentes como conocidos obispos y altos dirigentes del muy cristiano partido PNV.
Ellos son el verdadero problema.
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