Michel (Michel Piccoli) es un dentista parisino de 45 años con un matrimonio en decadencia, aunque su mujer, Isabelle (Rada Rassimov) acepta sus continuas infidelidades. Michel, dentro de su creciente soledad, recibe por correo un maniquí del que se enamora y decide divorciarse de Isabelle. Las personas cercanas a él asumen la realidad de diverso modo. Su madre admite de buen grado la situación, vistiendo a la muñeca con sus trajes de cuando ella era joven mientras la habla, llegando a afirmar sarcásticamente que ya había pasado más tiempo con el maniquí que con Isabelle, con quien mantiene una mala relación. Sus amigos encuentran la situación hilarante, regalándole una muñeca pequeña como si se tratara de su hijo. Isabelle, cuando descubre que su marido se ha enamorado de un maniquí, enfurece y acaba por comportarse como si también fuera una para intentar recuperar a Michel.
El enamoramiento de Michel es total. Admite que su muñeca, a la que da diversos nombres a lo largo de la película, cumple todos los requisitos que él espera de una buena mujer: es atractiva, su piel no envejece, no habla, ni enferma, ni tampoco pide caprichos. En su delirio, llega a escenificar una boda y grabar en vídeo sus mejores momentos. Sin embargo Michel descubre las infidelidades de su maniquí con varios hombres, acabando simbólicamente con la vida de la muñeca.
Controvertida película del maestro levantino que aún hoy sigue siendo valorada de forma dispar, desde quien considera que es una genialidad, hasta quien la califica como un error absoluto en la carrera de Berlanga.
Sea como fuere, para el propio Berlanga, era la película que más le satisfacía, junto a El verdugo. Estaba feliz no sólo del resultado, sino de lo medios con los que había contado, con los actores y con haber podido tener a sus órdenes al gran decorador Alexandre Trauner, un verdadero mito en la profesión, que había colaborado con directores de la talla de Billy Wilder, Howard Hawks, Orson Welles, John Huston, Joseph Losey, Fred Zinnemann o Bertrand Tavernier y que ganó un Oscar por El apartamento.
El film es fetichismo puro, al menos en su envoltorio, por debajo se pueden sacar varias lecturas, quizá la más obvia, la crítica a una cierta clase de burguesía insatisfecha que no acaba de madurar a lo largo de su vida, comportándose siempre de manera infantil.
En España, cuando se estrenó, fue recibida de manera desigual, pues Luis Buñuel echó pestes sobre ella y la calificó de casi pornográfica, algo que Berlanga no comprendió nunca y más teniendo en cuentas que Buñuel no era un mojigato precisamente y pensando que era lo que más se acercaba al cine de Buñuel de cuanto había hecho, pero esta opinión del genio de Calanda, hizo que una parte de los cineastas españoles emergentes, pusiera reparos a la calidad del film.
El maniquí que aparece en la película, fue hecho ex profeso, costó una pasta y el presidente de la Paramount, que producía la película, al enterarse de lo que había costado, manifestó que por ese precio, prefería haber contratado a Brigitte Bardot y tenerla quieta durante toda la película.
Lo cierto es que la película está hoy casi olvidada dentro de la filmografía de Berlanga, incluso mucha gente ni sabe que es de él.
Puro fetichismo para los muchos fetichistas que hay en el país. Creo que incluso el propio Berlanga lo era y colecionaba bragas de señoras.
ResponderEliminarBerlanga era un fetichista declarado. Lo de coleccionar bragas o cualquier otra cosa, no me consta y que yo sepa no era así, pero le encantaban los zapatos de tacón de aguja y todas esas cosas.
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