Diana, condesa de Belflor (Emma Suárez), es una joven atractiva, imaginativa, perspicaz, impulsiva y voluble que se siente atraída por su secretario Teodoro (Carmelo Gómez). Una atracción que ella convierte en amor al enterarse de que se ha prometido con Marcela (Ana Duato), dama que también está a su servicio. Llena de envidia y celos al conocer las relaciones amorosas de sus subordinados, comunica su pasión a Teodoro y éste, que tampoco es indiferente a Diana y a su título, rompe con Marcela. A los pocos días Diana recibe a dos pretendientes pertenecientes a la nobleza entre los que escogerá a su futuro esposo. Al verse rechazado Teodoro trata de reconciliarse con Marcela, pero al verlos de nuevo juntos, Diana le da a entender a Teodoro que le sigue queriendo. Teodoro, ayudado por su lacayo Tristán (Fernando Conde) trama un plan para poner en su sitio a Diana que como reconoce Teodoro no quiere que sea suyo ni de nadie, como el perro del hortelano, que ni come las berzas, ni las deja comer.
El film es una adaptación cinematográfica de la famosa obra de Lope de Vega, escrita en 1613, sobre una historia de amor y celos ambientada en el Nápoles renacentista. De hecho, la realizadora, con motivo de su estreno, declaró que no se trataba de una adaptación libre, sino que adaptaba, tal cual, la obra teatral al cine, respetando incluso el verso y el habla de la época.
Pilar Miró se preguntaba: "No sé por qué no se ha hecho antes. Unimos el Siglo de Oro a un ‘tocho’; tenemos muchos prejuicios, sobre todo con la nuestro. El problema es un absoluto desconocimiento, el desprecio que nosotros tenemos a nuestra cultura popular".
La película es un proyecto muy personal de Pilar Miró que tenía el guión acabado desde un año antes de iniciar el rodaje, pero pasó por dificultades sin cuento para encontrar financiación para su film.
Pilar estaba encabezonada (en el mejor sentido del término) con su película que a punto estuvo de no terminarse nunca, hasta que una especie de comité salvación, encabezado por Enrique Cerezo, puso el dinero para acabarla tras muchos meses parada a mitad de rodaje.
Se rodó en Portugal, en varias localizaciones, entre ellas el palacio lisboeta de Fronteira, con sus románticos jardines donde abundan los azulejos, las fuentes, las esculturas y deliciosos rincones semi-ocultos, de los que la película sabe sacar partido.
El film fue un proyecto arriesgado que, no obstante, no tuvo malos rendimientos de taquilla, con buenas actuaciones, de las que yo me quedo con las de los secundarios, sobre todo Fernando Conde, cuyo dominio de la expresión y del verso le hace muy adecuado para el papel de criado del protagonista.
Un film entretenido, con una llamativa y colorista puesta en escena que hace un intento de rescate de nuestros clásicos, muy digna, por cuya iniciativa ya merece nuestro aplauso.
Creo que merece la pena, verla dos veces.
ResponderEliminarAbrazo Trecce.
Tiene una buena estética y algunos de los actores están muy bien.
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