Finalizada la campaña del Norte de África, una vez expulsados los nazis de Túnez, había que dar el siguiente paso en la guerra y, aunque se había acordado un avance hacia Italia, las cosas habían quedado demasiado difusas. Los mandos militares norteamericanos seguían siendo partidarios de la acción directa por medio de un desembarco en Francia, mientras los británicos se decantaban por golpear lo que Churchill había llamado “la panza blanda del cocodrilo”: Italia.
Del 11 al 25 de mayo de 1943, Churchill y Roosvelt conferenciaron en Washington (Conferencia Tridente) y allí quedó decidida la invasión de Sicilia y el posterior desembarco en el continente.
El libro de Rick Atkinson nos traslada a ese escenario, desde los preparativos de la llamada Operación Husky, que comenzó el 9 de Julio de 1943 y acabó con la conquista de Sicilia, hasta la entrada en Roma, el 4 de junio del año siguiente, pasando por el desembarco en las playas de Salerno, el establecimiento de la cabeza de playa en Anzio o el terrible enfrentamiento de Monte Cassino, avanzamos con el Ejército Aliado y lo hacemos de manera vívida gracias al relato del autor que no escatima en datos, pero que va salpicando la historia con multitud de anécdotas extraídas de la ingente cantidad archivos privados, cartas escritas por los combatientes o relatos familiares, a los que ha tenido acceso y que no figuran en la Historia oficial. Estos detalles menudos son los que le dan originalidad y a la vez complementan esa otra visión que se queda en los fríos datos estadísticos. Aquí sufriremos las carencias, el miedo, los fallos de planificación, el fuego amigo, igual que lo padecieron los protagonistas y veremos reflejadas todas las miserias y los actos fraternales y heroicos de que es capaz el ser humano cuando se le somete a pruebas extremas.
Un texto que nos presenta la guerra tal cual es en realidad, con esos actos de heroísmo que todos conocemos, pero también con la otra cara de la moneda, las privaciones, la angustia, la cobardía y la muerte. Todo ello, ya digo, de manera muy cercana en la que participamos de los comentarios y declaraciones de los altos mandos o de los reporteros de guerra, pero también de los soldados anónimos y de la población civil que sufrió con ellos la contienda.
Yo creo que como político y estratega militar, Churchill ha sido de los mejores del mundo, aunque sus ideales no se compartan.
ResponderEliminarAbrazo Trecce.
Cada vez que los norteamericanos se reunían con los británicos para acordar el siguiente paso a dar en la guerra, tras las entrevistas que mantenían ambos presidentes, siempre les quedaba la sensación de que los ingleses les habían engañado, es decir que habían conseguido, haciendo ver que cedían en algunas cosas, que la siguiente operación fuese la que ellos propugnaban.
EliminarEn esto tenía mucho que ver la habilidad de Churchill, por el que Roosevelt nunca ocultó su admiración.