viernes, 5 de agosto de 2016

BAJARSE AL MORO

Desde el barrio de Lavapiés, Chusa (Verónica Forqué) viaja periódicamente hasta Marruecos donde consigue hachís, convive con su primo Jaimito (Juan Echanove) quien luego se dedica a venderlo al menudeo por el barrio (él no baja porque "tiene cara de sospechoso") y mantiene una relación con un policía nacional, Alberto (Antonio Banderas), quien se pone frenético ante los trapicheos de los otros dos y las presiones de su madre, doña Antonia (Chus Lampreave), que los llama a todos “yanquis” (por yonkis). La peripecia se complica cuando aparece en sus vidas Elena (Aitana Sánchez-Gijón) una niña pija bastante perdida. Chusa le da cobijo y la enreda para que se baje al moro con ella y así doblar la ganancia, aunque el tema se complica porque aún es virgen y todo se vuelve un poco loco.
Un día, un par de drogadictos se cuela en el ático de Merche pidiendo droga dura, una mercancía que allí no tienen, pero los asaltantes amenazan con herirles, así que Jaimito hace el paripé de que va a buscarla a otra habitación y regresa con la pistola de Alberto, poniendo en fuga a quienes les atacan. Cuando están manipulando la pistola, se dispara de manera accidental y hiere en un brazo a Jaimito a quien llevan a urgencias. A partir de este momento, la relación entre los cuatro personajes se deteriora, Elena acabará marchándose con Alberto y Merche y Jaimito se quedan solos.



El guión se basa en la obra teatral homónima del vallisoletano José Luis Alonso de Santos, uno de los autores más importantes, carismáticos y comprometidos de la escena española del postfranquismo.


A pesar de que el espectador tiene la impresión de estar contemplando una especie de sainete, gracias a la continua sucesión de situaciones cómicas que se inician con el mismo arranque de la película, poco a poco se va dando cuenta de que aquello toma un giro y que hay un trasfondo de suave drama en el que aparece la insolidaridad y en el que incluso algunos de los personajes (Jaimito y Alberto), parece que van trocando los papeles que la lógica les atribuiría.


Yo pienso que la película, con todo lo que se diga (es mi opinión claro), no contiene una crítica social como tal, es más bien un retrato de una parte de la sociedad española (concretamente de Madrid, aunque trasladable a algunas otras ciudades en aquel momento) de los 80. Y es también una reflexión sobre la solidaridad de algunas personas que son buena gente, como decimos coloquialmente, y que por más palos que les den la vida y sus semejantes, siguen tendiendo su mano a quien los necesita.
Merece la pena ver a estos actores tan jóvenes en esta historia de humor blanco y sin pretensiones, muy bien llevados por Fernando Colomo y con escenas realmente simpáticas, encabezados por una Verónica Forqué inmensa.
Adicionalmente, resulta ingenioso el golpe de efecto de convertir la banda sonora (a cargo del grupo Pata Negra, donde aún estaba Raimundo Amador) en un elemento más de la historia, al incluir a los músicos en la acción como ensayando en la terraza del piso de enfrente.




4 comentarios:

  1. Creo que ya ví hace años esa peli y tengo muy buen recuerdo, tal como dices con su fondo costumbrista y sus gags humorísticos.

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  2. Respuestas
    1. Es una película sencillita, sin más pretensiones y por eso funciona.

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