Amelie Poulain (Audrey Tautou), es hija de Raphaël (Rufus), médico militar y de Amandine (Lorella Cravotta), que trabaja como institutriz.
A Amelie le gustaría tener más relación con su padre, pero el único contacto físico que tiene con él es cuando este le hace el reconocimiento médico mensual. Debido a la emoción que le produce esta especie de acontecimiento, el corazón de Amelie late desenfrenadamente cuando su padre le palpa y le ausculta, por lo que el Sr. Poulain está convencido de que la niña tiene una afección cardiaca.
Por causa de esta imaginaria enfermedad, su padre decide no enviarla a la escuela y la niña recibe clases de su madre en su propio domicilio.
Marcada por esta falta de afectividad familiar y por la falta de contacto con otros niños de su edad, la muchacha crea un mundo propio habitado por seres producto de su fantasía, con los que juega y habla.
Amelie está deseando cumplir la mayoría de edad para marcharse de su casa. Cuando el momento llega, se va a vivir por su cuenta y comienza a trabajar como camarera en el café Deux Moulins, en Montmartre.
El 31 de agosto de 1997, mientras los noticiarios dan cuenta del trágico final de Lady Di, tras su accidente en el interior del parisino Túnel de l'Alma, se produce un hecho que cambiará la vida de Amelie: Encuentra una pequeña caja escondida en el hueco de una pared de su cuarto de baño, con fotografías, juguetes y recuerdos que debió esconder hace muchos años un niño que vivió en aquella casa.
Amelie decide buscar al propietario de la cajita y devolvérsela de forma anónima; si su reacción es de emoción, se dedicará a hacer el bien en busca de la felicidad de la gente que le rodea.
Desde 1974 llevaba Jean-Pierre Jeunet, realizador y coguionista, tomando notas de anécdotas y recuerdos para llevar a cabo este proyecto.
Con un formato que explora muchos recursos cinematográficos y una ambientación muy colorista, la película descansa sobre todo en la esperpéntica historia, el ritmo frenético y la actuación impecable y llena de matices de Audrey Tautou, aunque mucha gente desconozca que el personaje estaba pensado para Emily Watson.
Para acabar de rematarlo, una banda sonora de Yann Tiersen, de entre cuyas piezas, la más conocida es sin duda, La Valse d’Amélie (El Vals de Amelie), con la que el compositor realza el clima onírico y fantástico de la historia y de las imágenes, gracias a una excelente elección del ritmo de danza, de los timbres y de las repeticiones.
Amelie es una película muy original, un espectáculo visual, fresco, diferente, optimista, por momentos divertido y con un trasfondo que quizá resume muy bien ese disfraz del personaje de El Zorro, bajo el que se oculta la protagonista por lo que tiene de justiciero, sin perder el envoltorio jocoso. Con su buena carga de romanticismo, aunque algunas veces da pie a escenas también divertidas, por ponerle algún pero, quizá ese juego del escondite con Nino Quincampoix (Mathieu Kassovitz), sea lo menos logrado del film por lo repetitivo, pero lo digo con la boca pequeña.
En el fondo estamos ante un precioso cuento con mucho de mágico y entrañable.
Muy bonita.
Una anécdota final: Amelie se pasa la película recogiendo piedras planas, que se guarda en el bolsillo, pues uno de sus entretenimientos (como vemos en un par de ocasiones), es lanzarlas al agua para hacerlas rebotar. Tautou, se mostró incapaz de hacer rebotar piedras en el agua y hubo de recurrirse a los efectos especiales para mostrarlo en pantalla.
Una lástima que no le dieran el oscar, se lo llevó "Tigre y Dragón" que es también una gran película y de un cine menos conocido.
ResponderEliminarEs lo que ocurre con los premios, se lo dan sólo a uno y, en ocasiones, hay otros aspirantes tan merecedores del mismo como el que se lo lleva.
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