lunes, 15 de febrero de 2016

LA MUCHACHA DE LAS BRAGAS DE ORO

Luys Forest (Lautaro Murúa), es un falangista que en su día se dedicó a glosar las glorias del franquismo desde el Servicio de Prensa y Propaganda del Régimen, pero llegados los años 70 nadie se acuerda de él. En ese momento, ya sexagenario, se marcha a Calafell, el pueblo de Tarragona donde está situada una vieja casita familiar, un pueblo pequeño donde conviven los primeros turistas y los últimos pescadores. En él pretende escribir sus memorias.
Hasta allí llega su sobrina Mariana (Victoria Abril), con la disculpa de que va a hacer un reportaje sobre él, pero en realidad, su madre la ha enviado para ver si ayudando a su tío, sienta un poco la cabeza.
El caso es que la muchacha, con su osadía, su forma desinhibida de comportarse y su lenguaje y gestos provocativos, altera la vida de Forest que siente el desasosiego que le provoca la presencia de la sobrina en todos los aspectos, no sólo en el sexual, sino también como elemento que pone en duda que lo que está escribiendo como sus memorias, sucediera realmente tal y como él lo cuenta.
El film se basa en la novela homónima de Juan Marsé, Premio Planeta 1978.
La voz del chileno Lautaro Murúa, fue doblada (bastante bien por cierto) por Arsenio Corsellas, para borrar el rastro del acento sudamericano del protagonista.


Si en 1978 dos cosas impactaban en España, eran la política y el sexo y primero la novela y después la película, se sirven de este reclamo ante el público. Digo se sirven, porque aunque se pueden sacar consecuencias, tanto del texto de Marsé, como del film de Vicente Aranda sobre ese afán de Luys Forest para borrar su pasado, la verdad es que yo no acabo de captar la profundidad del film, quizá no le saco todo el jugo a las parábolas, si las hay o es que estoy poco cultivado y no acabo de entender qué prentendió Juan Marsé con esta novela.
De lo mejor, el sorprendente final y Victoria Abril que lo hace muy bien (lo de desnudarse quiero decir).




2 comentarios:

  1. No cabe duda de que hay actrices españolas que además de ser buenas artistas, me parece a mí que a poco que les exija el guión se despelotan. Vamos que no les hacen asco, y les cuesta muy poco. Hay un buen ramillete de ellas, que hasta disfrutan de las escenas de sexo; o esto o son tan buenas que lo finjen muy bien. Me viene ahora así de pronto a la memoria Ana Belén que vaya tela.

    Salud Trecce.

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