Juan (Alfredo Landa) trabaja como jefe de taller en un garaje, entre bromas y veras, presume de sus conquistas con los compañeros y no quiere saber nada de cuestiones políticas, ni de demandas sindicales, su tiempo lo llena con el trabajo y la diversión.
Ante él se presenta un puente de tres días y está deseoso de que el reloj marque la una del mediodía para irse con Pepi (Mabel Escaño), su amigo Venancio (Paco Algora) y su novia. A última hora, un hombre que se va de vacaciones, llega al taller con su seiscientos averiado y toda la familia a bordo, pero Juan no quiere saber nada y en cuanto acaba la jornada, tras asearse y cambiarse de ropa, coge su moto "La Poderosa" (una Montesa Impala) y sale pitando en busca de la Pepi.
Sin embargo sus planes comienzan a torcerse, Pepi le deja plantado y prefiere irse con unos amigos estudiantes.
Juan se encuentra solo en Madrid, en pleno verano, con tres días por delante y sin ningún plan en perspectiva. Cuando circula por las calles de la ciudad, en un atasco, queda a la altura de un descapotable en el que viajan dos turistas que le preguntan qué camino han de seguir para salir de Madrid y seguir viaje a Torremolinos. Juan decide que él irá hasta la ciudad malagueña a bordo de su moto, en busca del mar y de las suecas.
En su viaje, recorriendo las carreteras de La Mancha y de Andalucía, va descubriendo esa otra España que no aparece en las guías turísticas ni en la propaganda oficial. La conciencia social de Juan irá desperezándose y tomando cuerpo tras una serie de encuentros que le esperan en su viaje.
El guión de Juan Antonio Bardem, Javier Palmero y Daniel Sueiro, se basa en algunos relatos contenidos en el libro de este último "El cuidado de las manos". Sueiro, Premio Nacional de Literatura en 1959, era uno de esos escritores llamados comprometidos, de hecho alguna de sus publicaciones estuvo prohibida durante el franquismo y también era conocido por su labor periodística que le llevó a trabajar en las redacciones de "Pueblo" y "Arriba".
El film se plantea como una película de carretera, lo que los cinéfilos llaman una road movie, un tipo de filmes al que mitad homenajea y mitad parodia Bardem con esta película.
Lo cierto es que es una de esas películas que resultan muy interesantes vistas hoy en día, porque hay perspectiva suficiente para valorar ciertas cosas de ella, alguna de las cuales era difícil de ver o preveer en su momento. Supone el fin del "landismo", aquel cine casposo (después reivindicado por algunos) que llenó las pantallas españolas de los 60 y primeros 70 y tanto el film, como el hecho de que el protagonista sea el propio Alfredo Landa, retratan esa transición que el protagonista remataría en años posteriores interpretando al detective de El crack o al inolvidable Paco el Bajo de Los santos inocentes.
En la película se va viendo esta transformación que se inicia a la puerta del taller con todos los mecánicos mirando el culo y lanzando piropos subidos de tono a una chica y va transformándose poco a poco hasta acabar con un Juan que, a su regreso a Madrid, es otra persona completamente diferente. Un cambio que es un símil del que está sufriendo el propio país, recién salido de una dictadura de cuarenta años que ha dejado huella en toda la población.
Bardem retrata la sempiterna presencia de la Guardia Civil a la vuelta de cualquier recodo y el miedo que aún produce encontrarlos. Juan dice en una de las secuencias: Que me multen, pero que dejen de meterme miedo.
Con un reparto que cuenta con breves apariciones de actores muy conocidos en España como Paco Algora, Josele Román, Mabel Escaño, Joaquín Roa, Pilar Bardem, Estanis González, Antonio Gamero, Manuel Alexandre, Germán Cobos, Álvaro de Luna, Chiro Bermejo, José Ruiz Lifante, Fernando Sánchez Polack, Simón Andreu o una jovencita Victoria Abril que luce palmito en una brevísima aparición.
La fotografía es de José Luis Alcaine y la música de José Nieto.
El film es un retrato, desde el punto de vista de Juan Antonio Bardem, cuya militancia política queda patente en el desarrollo de la misma, de una España que despierta, pero a la que aún quedan secuelas de un mundo de represión, atraso y caciquismo, que está presente en el día a día de sus habitantes.
La película caricaturiza la mogigatería, el reaccionarismo, la invasión de turistas, la emigración... y echa una mirada llena de buenismo hacia los presos llamados políticos, los sindicalistas, los jóvenes rebeldes...
Quizá el carácter un tanto panfletario de la misma, sea su peor lastre.
El film recibió el Gran Premio en el Festival de Moscú de 1977.
Siempre me ha gustado este cine español, y sobre todo Alfredo Landa, aunque a las generaciones de ahora, me parece que este género de cine, como que no.
ResponderEliminarAbrazo Trecce.
Esta peli es un poco diferente.
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