Valentín (Eugenio Derbez), pasa su niñez "sobreviviendo" a las pruebas a que le somete su padre con el fin de que pierda el miedo a los peligros que presenta la vida.
En su juventud, Valentín va de flor de flor y por su cama pasan cuantas mujeres se le cruzan, pero él tiene fobia al compromiso y jamás mantiene una relación duradera.
Un buen día, se presenta en su apartamento de Acapulco Julie (Jessica Lindsey), una de sus antiguas amantes, quien pretende que la niña que lleva en brazos, es hija de Valentín, no sólo eso, sino que está dispuesta a dejarla con su padre que, cuando quiere reaccionar, se ve con la niña a su cargo mientras la madre vuela a Los Ángeles.
Valentín intentará encontrar a la madre de la niña, para lo que entra con ella de forma ilegal, en los EE.UU. Sin embargo, Valentín ya está enamorado de su hija Maggie (Loreto Peralta). Por casualidad encuentra trabajo como especialista de cine, afrontando todo tipo de escenas a cual más peligrosa, una vida que pone en peligro la suya propia, pero a cambio le proporciona unos ingresos que le permiten ofrecer a Maggie un confortable nivel de vida y rodearla del mundo de fantasía en que vive.
Cuando padre e hija ya han asentado su relación y la niña cuenta con siete años de edad, un hecho inesperado viene a enturbiar su pacífica existencia: Julie regresa con la pretensión de arrebatar a Valentín la custodia de la pequeña.
Sonrisas y lágrimas, esa es la pretensión de este film en el que Eugenio Derbez lo es todo, protagonista, coautor del guión, director y más cosas, aunque no figure en ellas en los títulos de crédito, vamos que la peli es suya para bien o para mal.
Derbez, prácticamente desconocido en Europa, es una figura conocida en América desde hace veinte años gracias a su popularidad televisiva, pero su experiencia como realizador del películas es nula y eso se nota, y mucho.
El guión es bastante penoso, buscando quiebros imposibles para permitir que siga la narración, con chistes y gags vulgares por escasos de originalidad, además los repite una y otra vez y el recurso al sentimentalismo facilón resulta grosero, descarado y poco imaginativo, como un guión de culebrón de los malos.
No obstante, la película tiene algo que atrapa, quizá sea ver en qué acaba todo aquel cúmulo de situaciones que anuncian un determinado final y también el ángel que tiene la pequeña protagonista, un encanto de niña que sabe salirse de lo que se anuncia como la típica intérprete infantil empalagosa.
Quienes la vean, no se van a aburrir, pero tampoco se van a partir de risa, porque ya comento que las situaciones cómicas son bastante vulgares, poco trabajadas y recurrentes.
Lo mejor, el final, esperado, es cierto, pero en el que (esta vez sí), el guión sabe buscar una situación que sorprende al espectador.
Las almas que se dejen influenciar por el sentimentalismo facilón, vayan preparadas de una resma de kleenex.
Para públicos poco exigentes, este film que batió todos los records de taquilla en México y que fue la película más rentable en idioma castellano en los cines de EE.UU.
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