Rosa (Gloria Romero) y Pinín (Carlos Juliá), dos hermanos de corta edad que viven en una pequeña aldea asturiana, se pasan el día en el prado cuidando de la Cordera, una vaca que, para ellos, es una más de la familia.
La madre de los niños está enferma y, desde hace meses, no se levanta de la cama, por lo que su marido, Antón (Carlos Estrada), está muy preocupado, hasta que el médico le dice que no tiene solución, que la enfermedad es grave y que, seguramente, morirá en cualquier instante, algo que, por desgracia, sucede al poco tiempo.
Aunque su esposa le pidió en el lecho de muerte que no vendiera nunca a la Cordera, agobiado por las deudas y ante la amenaza de un inminente desahucio, Antón lleva la vaca al mercado, aunque, como si quisiera que la venta no se llevara a cabo, pide por la res un precio exorbitante. Regresa con la vaca a casa, pero será sólo por unos días, ya que cuando ve que nadie le va a prestar lo indispensable para salir del paso, de nuevo se plantea la necesidad de vender a la Cordera, algo que sabe que partirá el corazón de sus pequeños.
Cuando vuelve a llevarla a la feria, Pinín y Rosa le siguen a distancia y contemplan desde lejos, los regateos que lleva su padre, pidiendo en su interior que no cierre ningún trato que les prive de la presencia de su querida vaca.
Basada en un relato breve de Leopoldo Alas "Clarín", el guión, respetando lo fundamental, altera algunas cosas, la principal se refiere al personaje interpretado por Emilio Gutiérrez Caba que le sirve para solucionar, pienso que de manera brillante, la escena final en la que une dos pasajes que en la novela transcurren en épocas diferentes.
Los escenarios naturales, tanto interiores como exteriores, están rodados en Asturias y enriquecen la ambientación general del film. Con unas interpretaciones entre las que destaco la de un estupendo José María Prada, dando vida a Rufo, un personaje un tanto cínico, no menos hipócrita que aquellos a quienes critica y también la enternecedora interpretación de los dos niños.
Buena fotografía de un clásico del cine español como es Cecilio Paniagua, cuyo saber hacer y profesionalidad se deja notar en la cinta, con algunos encuadres realmente originales.
Como pasa en el cuento de Clarín, la película tiene una lectura en clave simbólica. Aunque el relato propiamente dicho es sencillo y lo que le puede quedar al espectador es la tristeza por la desgarradora imagen final, los mensajes que encierra, todos ellos consecuentes con la ideas de Clarín, son otros. Desde la contraposición entre el mundo urbano y el rural, hasta la crítica a la pobreza y las desigualdades sociales, para acabar con un dardo directo y certero a un problema de la época, como era el de la Guerra (en la novela los enfrentamientos carlistas y el film la guerra de África), con esa impresionante escena del final en la que los soldados que van al degolladero africano, viajan en el mismo tren que las reses destinadas al sacrificio.
Buena película que recoge bastante bien el espíritu del original literario.
Muy interesante el argumento. Y muy de plañideos entre los espectadores, imagino.
ResponderEliminarLa historia es de una tierna tristeza, si quedas en lo superficial y de una tristeza cruel si analizas el fondo.
EliminarNo la he visto Trecce.
ResponderEliminarSaludos.
Tuvo poco recorrido en los cines en su momento.
EliminarNombremos al director, guionista y dramaturgo, hoy olvidado Pedro Mario Herrero, nacido en Siero y que tiene alguna otra película que ahora no recuerdo.
ResponderEliminarNombrado queda, Manuel, gracias.
EliminarAdemás de guionista, realizador y dramaturgo, fue periodista y como reportero cubrió acontecimientos tan recordados como los conflictos de Biafra, la Guerra de los Seis días y la de Vietnam, entre otros.