Chance Wayne (Paul Newman), regresa a la ciudad donde nació, una población del sur de los EE.UU. Lo hace acompañando a una pretendida Princesa Kosmonopolis, nombre tras el que se esconde Alexandra del Lago (Geraldine Page), una actriz que no lleva bien los estragos que el paso del tiempo deja en su físico y que trata de escapar de la realidad por medio del alcohol y de las drogas. Chance es su último acompañante de una larga lista de cuerpos jóvenes en los que refugia su frustración.
En la ciudad hay un hombre que dirige los destinos de la misma, incluso los de todo el condado, poniendo y quitando alcaldes y gobernadores, se trata del todopoderoso Tom "Boss" Finley (Ed Begley), un tipo que de la nada ha llegado a lo más alto, en el más puro estilo del sueño americano. Se vanagloria de haber sido llamado por Dios para librar a sus paisanos de la corrupción, cuando él mismo es un corrupto en el sentido moral, pero también en el material, que controla a sus adversarios mediante el chantaje, la amenaza y, cuando esto falla, la agresión directa.
Chance fue novio de Heavenly (Shirley Knight), la hija del Jefe Finley, de la que este le alejó interpretando que era demasiado poco lo que podía ofrecerle a su hija. Ahora, el joven pretende que Heavenly marche con él, pero el Sr. Finley no está por la labor y, tras amenazar a Chance, como ya hizo en el pasado, para que se olvide de su hija, ordena a su hijo Thomas (Rip Torn) que se deshaga de él.
El guión se basa en la obra de teatro del mismo nombre escrita por Tennessee Williams y en la que ya habían actuado, interpretando los mismos papeles, los principales actores, bajo la dirección de Elia Kazan. La versión cinematográfica está realizada por Richard Brooks.
Apoyada en unos diálogos de gran calado y en unas interpretaciones magníficas, el film critica, como en otras obras de Williams, las cerradas sociedades sureñas y a esos dirigentes clasistas y retrógrados que dominan los resortes del poder mediante la corrupción y un comportamiento hipócrita y falsamente moralista.
Chance Wayne es la representación de la otra cara del sueño americano: el fracaso y la inocencia perdida a manos de un espejismo, la búsqueda infructuosa de ese sueño que le han prometido y que le está vedado.
Los códigos morales de la época, obligaron a cambiar el final de la obra original, que queda aquí tremendamente suavizado y tergiversado. El duro final de la obra de Williams, explica la obsesión de la cámara por el espléndido torso desnudo de Newman, que pierde buena parte de su sentido con el cambio adoptado.
Maravillosa Geraldine Page interpretando a la desquiciada estrella que no sabe envejecer, dotando a su personaje de una fuerza y de una credibilidad que lo convierten en uno de los puntos fuertes de este drama, bien rodado y que sabe captar la atención del espectador.
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