A Pedro (Alberto Closas) y Julián (Rafael Alonso), les une una amistad de toda la vida, su afición por la entomología y su amor por una misma mujer, Adela (Conchita Montes). Quien se ha casado con ella es Pedro, pero Julián acompaña a Adela en sus paseos por Madrid y en ocasiones tiene arranques de celos que ni siquiera el propio marido demuestra, llegando incluso a trasladarse a la casa de su amigo, para velar por las buenas costumbres de Adela.
Pasados los años, Adela confiesa a Julián su deseo de marcharse de casa para emprender un viaje por su cuenta y sola. Argumenta que quiere experimentar lo que podría haber sido su vida sin el paraguas protector de su marido, no para vivir una aventura sino, en todo caso, para poder decir que no cuando tal ocasión se presente.
Sin embargo, una desagradable noticia vendrá a perturbar la plácida existencia de los tres y los planes de nuevas experiencias de Adela. Pedro regresa del médico con un informe que anuncia la irremisible muerte de ella dentro de pocos meses y, aunque ambos amigos le ocultan la realidad, Adela encuentra casualmente el diagnóstico del médico y decide quedarse junto a ellos, renunciando a su proyectado viaje.
Mucho tiempo después de la muerte de Adela, su nieta, muy parecida a ella, que estudia en Madrid y vive en casa de Pedro, es reclamada por sus padres para viajar al extranjero. Ambos amigos aprovecharán la ocasión de un baile de disfraces al que la joven ha sido invitada, para acompañarla y revivir aquellos tiempos felices en los que Adela aún estaba entre ellos.
Neville adapta su propia obra teatral que había sido estrenada en Bilbao en 1952.
El planteamiento sigue las pautas escénicas del teatro, desarrollándose, prácticamente, en un único escenario, el salón de la casa de Pedro y Adela. Las únicas tomas exteriores sirven para remarcar los cambios de escena, con paisajes madrileños, principalmente del Retiro, utlizando filtros violetas y retratando personajes y situaciones que indican el paso del tiempo, ya que la historia trancurre a lo largo de 50 años.
La música es del compositor Gustavo Pittaluga, que había formado parte del llamado Grupo Republicano y hubo de exiliarse en México donde colaboró con Buñuel, entre otros.
La película es principalmente una obra de actores y diálogos. Los tres protagonistas son los mismos que representaron la obra en el teatro, excepto Pedro Porcel, sustituído en la pantalla por Alberto Closas.
Estamos ante el planteamiento de un triángulo que unas veces es de amistad y otras de eso que se llama amor, llevado a la escena de manera elegante por Neville que huye de cualquier alusión a elementos escabrosos, y que busca, como otras obras del autor, más la sonrisa que la carcajada. Entre los tres intérpretes principales se aprecia buen feeling que se transmite al espectador que ve con agrado (al menos yo), esta sencilla comedia con tintes de drama.
Edgar Neville era muy polifacético. Igual escribía obras de teatro, que ejercía de director de cine, que pintaba un cuadro. Charles Chaplin le contrató incluso como actor de reparto en una de sus películas. El Baile en concreto tuvo mucho éxito y se mantuvo en cartel durante mucho tiempo.
ResponderEliminarEn efecto, Neville trabajó en el cine norteamericano con algunos de los grandes.
EliminarEl gran Neville, comedias inteligentes, con chispa, como "La vida en un hilo" con la que guarda cierto parecido y no sólo por la presencia de su actriz fetiche. Películas de lo mejor de nuestro cine, entre Lubitsch y McCarey, porque Neville era, en efecto un director muy hollywoodense, pero con un toque de sainete en sus filmes tan atractivo para el público de lesa época; o de cualquier época...
ResponderEliminarNada que ver con la comedia carpetovetónica que llenaba salas, pero exenta de calidad.
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