Tres franciscanos llegan a un pueblo castellano con la intención de establecerse allí, para lo cual solicitan al alcalde que les ceda las ruinas de una antigua casa solariega, destruída durante la Guerra de la Independencia.
Años después, con ayuda de algunos aldeanos, los frailes han reconstruido la casa, edificando también una pequeña iglesia. El convento está ahora habitado por 12 frailes que, junto a sus propios trabajos, atienden las necesidades espirituales de las vecinas poblaciones.
Una mañana, el hermano portero se encuentra a las puertas del convento con un bebé que alguien ha dejado allí abandonado. Los frailes le procuran las primeras atenciones, pero comprenden la necesidad de deshacerse de la criatura, para lo que buscan una familia en los pueblos circundantes. Sin embargo, todo son pegas a la hora de encontrar el hogar adecuado para el niño, en realidad lo que ocurre es que los frailes buscan excusas para quedarse con la criatura con la que se han encariñado.
Con el paso de los años, Marcelino (Pablito Calvo), que así han bautizado al niño, se ha convertido en un chiquillo de buen carácter, inquieto y travieso que, al tiempo que aprende, comete no pocas pillerías a costa de los frailes, que siempre le son disculpadas por su talante bondadoso.
El guión se basa en un cuento del periodista y escritor falangista José Mª Sánchez Silva, que fue, ante todo, un reconocido cuentista infantil: recibió el Premio Andersen, especie de Nobel de la literatura para niños, en 1968.
Esta historia de un niño huérfano (como el autor), había sido publicada en 1953, dos años antes del estreno del film y Sánchez Silva escribió diversas secuelas que no tuvieron la misma repercusión que la primera.
Los exteriores se rodaron en la localidad salmantina de La Alberca, con algunas escenas en su encantadora plaza mayor, y en la segoviana de El Espinar, sobre todo aquellas en que aparece el convento, que es en realidad la ermita del Cristo del Caloco.
Magníficamente fotografiada por Enrique Guerner, que sabe sacar partido tanto de los paisajes y composiciones, como de los primeros planos del magnético rostro del protagonista. La partitura lleva la firma del maestro Pablo Sorozábal e incluye algunos pasajes basados en notas del folclore popular y la "Canción de Marcelino", que alcanzó cierto éxito en el mercado musical; la versión italiana, por ejemplo, fue interpretada por cantantes como Renato Carosone o Gigliola Cinquetti.
Algunos sectores han tendido una especie de estigma sobre este film, por considerarlo un producto del franquismo. Cuestiones ideológicas aparte, hay que señalar que la película rompió muchos esquemas del cine español de los 50, desde el éxito internacional, con premios en festivales de prestigio como Cannes o Berlín, hasta el merchandasing que generó, sin duda novedoso para la época.
La película fue vista en muchos países, incluyendo la versión para el mercado anglosajón que llevó por título The miracle of Marcelino.
Muy bien interpretada en general, aunque me permito destacar a Rafael Rivelles, como el padre superior y Juan Calvo en su papel de Fray Papilla y, por supuesto, la actuación de Pablito Calvo, doblado, como en todas las películas que hizo, por la gran Matilde Fernández Vilariño.
Sin duda, la evocadora historia de Sánchez Silva, encontró en Ladislao Vajda, el vehículo perfecto para trasladar a la pantalla toda la fuerza, el encanto y la ternura del cuento original.
Entrañable película, Lo de Rivelles es verdad, antes fue el Quijote de Rafael Gil, y lo volvió a bordar (con Fray Papilla de Sancho, otro pedazo de actor). Era un profesional ideal para estos productos académicos de nuestro cine.
ResponderEliminarSaludos.
La verdad es que lo hacen fenomenal.
EliminarUna obra de arte tanto el libro como la película, aunque creo que es de las pocas veces en que la adaptación cinematográfica supera al original, al menos siempre consigue emocionarme.
ResponderEliminarLa película está muy conseguida y hay que señalar que Sánchez Silva es autor del guión junto al realizador del film.
EliminarEs una película extraordinaria, que rezuma poesía, delicadeza y bondad. Creo que los artífices de la película han sabido sacar a este maravilloso cuento de Sánchez Silva todo lo bueno que tiene, que es mucho
ResponderEliminarMuy emotiva, José Luis.
EliminarPelículas de esas que ves en la infancia, y que ya nunca más olvidas.
ResponderEliminarSaludos Trecce
Así es, Rafa.
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