Aunque había nacido en Nueva York, Hilly Kristal (Alan Rickman) se crió en el campo, en una granja de Nueva Jersey. En esa época recibió enseñanzas de música y, con el tiempo, llegó a debutar como cantante en Nueva York, con el grupo Radio City Music Hall.
Tras esta experiencia, hace un par de intentos en el mundo de los negocios, siempre vinculado, aunque de forma tangencial, a la música, trabajando como gerente en un par de clubs.
Divorciado, con dos hijos, y con dos quiebras a la espalda, Kristal lo tiene mal para encarar el futuro. Sin embargo es un hombre que destila cierto arrojo frente a la adversidad y se pone a buscar un local para abrir un tipo de club que tiene en mente. Cuando lo encuentra, como quiera que carece de medios económicos, pide ayuda a su madre para que le preste lo necesario para echar a andar y alquila un local en Bowery, la célebre calle del sur de Manhattan, al que bautiza como CBGB, para significar Country, BlueGrass y Blues, pues era el tipo de música que quería ofrecer en su local.
Con dificultades, comienza la nueva aventura empresarial, Kristal espera que algún prometedor cantante country se acerque hasta allí con ánimo de actuar y servir como reclamo, sin embargo, empujado por la inercia de las circunstancias, el local acabará siendo punto de despegue de grupos y solistas del Punk Rock y New Wave.
Más que un film sobre el Punk de los 70 y primeros 80, la película es una especie de biopic alrededor de la figura de Hilly Kristal, el dueño del mítico CBGB, el santuario del Punk Rock y por el que pasaron gran parte de las figuras del rock de la época cuando eran aún unos perfectos desconocidos.
Hubo unos años en los que todos querían tocar en el CBGB, aquello era sinónimo de haber dado el primer paso serio en el mundo de la música moderna y la posibilidad de que algún manager de discográfica se interesara por su trabajo.
La película revive las actuaciones en el local de unos pocos de los músicos que pasaron por él, entre otros, Television, Blondie, Patti Smith, Dead Boys, The Ramones, Talking Heads o Police.
La historia se entrelaza con la de la revista "Punk", mediante viñetas que cobran vida.
El principal activo de la película es la banda sonora, claro está, porque el film es bastante pobre como tal, con los detalles poco cuidados que seguro que sacan de sus casillas a los puristas del punk.
Sin embargo tiene el valor de lo entrañable, de acercarnos a una época y a un lugar en el que, sin que se supiera en aquel momento, se estaba escribiendo la historia de la música actual.
Técnicamente pobre, con un guión no demasiado trabajado y en la parte musical, faltan muchos de los que por allí pasaron. Sin embargo, a mi me ha resultado simpática, incluso divertida por momentos, atractiva y muy entretenida.
Informado quedo compañero. Saludos y que tengas muy buen fin de semana.
ResponderEliminarIgual para ti, Rafa.
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