El maestro ruso, famoso por obras como Ana Karenina o Guerra y Paz, es autor de un buen número de cuentos y otros relatos de notable calidad, algunos de los cuales han sido reseñados aquí de manera individual.
En muchos de ellos se refleja esa perpetua contradicción interna entre un temperamento individualista y apasionado y los anhelos de reforma moral que le llevaron a practicar un cristianismo extremo, opuesto a toda autoridad religiosa o política.
También su preocupación por la decandencia moral; por la situación de los pobres, encadenados de por vida a una situación económica de la que no pueden escapar; por la pedagogía y la educación de los niños campesinos que le llevaron a plantear ideas adelantadas a su tiempo y precursoras de las tendencias pedagógicas modernas.
Algunas de las narraciones están basadas en sus experiencias en el ejército y cuentan las cosas sencillas de los soldados, su pobre condición, la manera de ingeniárselas para sobrevir con los escasos recursos que el ejército pone a su dispoción, la camaradería...
El legado de Tolstoi sigue manteniendo una vigencia asombrosa y el autor sigue ocupando un lugar de privilegio. La humanidad de sus personajes, la profundidad de sus dramas, el cuadro de todo un pueblo y la acabada composicion de sus textos, hacen de su obra un material inagotable para los lectores contemporáneos.
No hay que olvidar que en su tiempo en Rusia existía la ESCLAVITUD y la mayor parte de los mujiks o campesinos eran simples esclavos de los grandes finqueros o aristócratas dueños de las tierras.
ResponderEliminarEl propio Tolstoi era uno de esos finqueros y aristócrata y decidió dar libertad a todos sus mujiks. A modo de ejemplo de lo que esperaba que hicieran los restantes iguales suyos.
Tolstoi era un utópico, pero a diferencia de otros, él no se quedó en expresar sus sueños en papel y puso en práctica lo que en sus manos estaba. Pero su ejemplo quedó en eso, al menos no se le puede achacar lo que a otros que predican pero no dan ejemplo.
Eliminar