miércoles, 18 de diciembre de 2013

ENRIQUE V

El británico Kenneth Branagh adapta a la pantalla la obra homónima de William Shakespeare, centrándola en la expedición que el rey Henry V (Kenneth Branagh) dirigió contra Francia a fin de reclamar sus derechos territoriales en el vecino país.
Los antecedentes, los preparativos, el viaje, son narrados de manera somera, para adentrarnos en el asunto central de la película, la batalla de Agincourt, en la que los ingleses, con tropas claramente inferiores en número y agotadas por los avances y luchas de las anteriores jornadas, se enfrentaron a unas tropas francesas que les superaban en número y medios y que, por errores de bulto en la estrategia seguida, sufrieron un humillante derrota.
El rey Henry tenía dudas sobre la conveniencia o no declarar la guerra a Francia, pero sus consejeros le alentaban a ello. El arzobispo de Canterbury (Charles Kay), hace un pormenorizado informe sobre los derechos del monarca inglés a la corona francesa, proporcionándole la excusa legal y moral que su conciencia necesitaba para acometer la empresa. Desde ese momento, sólo Francia ocupará sus pensamientos.



Branagh, reconocido especialista en representar en el teatro las obras shakespirianas, acomete el desafío de trasladar a la pantalla grande este drama. El guionista y realizador británico adapta una obra de teatro, esto debe quedar claro, pues la película resulta eso, es como si estuviéramos viendo la representación en un escenario ampliado. Incluso las escenas de la batalla, bastante conseguidas, se resuelven a través de planos cercanos.


De cuando en cuando, se introducen algunos flashback que nos narran episodios de la disoluta juventud del rey y que se corresponden con otro drama de Shakespeare, Enrique IV, quienes recuerden la película de Orson Welles Falstaff (el título en España fue Campanadas a medianoche), enseguida sabrán a qué vienen estos incisos, quienes no, quizá consideren poco afortunada su inclusión.
La película cuenta con un elenco en el que está lo más granado de la escena británica del momento, el propio Branagh, Emma Thompson, Paul Scofield, Derek Jacobi, Patrick Doyle o un jovencito Christian Bale, entre otros.
La película se llevó uno de los Oscar menores, el de mejor vestuario y hay que decir, como anécdota, que el vestuario del film lo realizó la misma casa que casi 50 años antes lo había hecho para el film basado en el mismo texto dirigido por Laurence Olivier, la firma londinense Angels & Bermans, especialistas en vestuario artístico y que continúan encargándose del vestuario en numerosas películas actuales.



El film no es para todos los gustos, hay mucha gente (más de la que lo reconoce), a quien le resulta aburrido tragarse una obra de teatro, una obra de Shakespeare, a ellos, mi sincera recomendación es que no se molesten en ver la peli, les puede aburrir.
Quien sepa apreciarla, quienes disfruten con los textos del autor británico, gozarán de espléndidos diálogos y, sobre todo, de uno de los más espectaculares discursos, la arenga de Henry a sus menguadas tropas antes de comenzar la desigual batalla, cuando Westmoreland (Paul Gregory), se lamenta de tener pocas tropas en relación a los franceses y el rey comienza a su alegato diciendo: No, mi buen primo. Si hemos de morir, ya somos bastantes para causar una pérdida a nuestro país; y si hemos de vivir, cuantos menos hombres seamos, ¡mayor será nuestra porción de honor!




4 comentarios:

  1. Pues a mi no me aburre... Ejemplo de como el teatro se puede trasladar al cine de manera solvente.

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  2. Creo que no la he visto, pero bueno nunca es tarde.

    Saludos Trecce.

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