Año 37 de nuestra era, el emperador Tiberio (Peter O'Toole), se ha trasladado a Capri, allí han de acudir quienes desean una entrevista. El emperador está viviendo el final de sus días y ha decidido que el Imperio sea gobernado conjuntamente por Calígula (Malcolm McDowell) y Tiberio Gemelo (Bruno Brive). Calígula, que se cree todo un dios, no está dispuesto a compartir el poder, y ordena el asesinato de Gemelo acusándole de traición y, aunque al principio su gobierno estuvo marcado por la prosperidad, la enfermedad del emperador que le lleva a cometer todo tipo de excesos, será lo que acabe dominando su mandato.
Detenciones arbitrarias, espectáculos sangrientos, orgías y desenfreno, decisiones extravagantes como nombrarse heredero de todos los senadores, establecer el burdel imperial o nombrar senador a su caballo Incitatus, acabarán creando un estado de pánico ante las imprevisibles decisiones del emperador.
Partiendo de una idea que no estaba nada mal, la película fue tomando una deriva un tanto particular, pues los productores, ante la falta de fondos, hubieron de recurrir a la productora de Penthouse, la famosa revista erótica. Así que Bob Guccione, factotum de la revista, decidió entrar en el proyecto, pero de su intervención saldrían algunas controvertidas decisiones.
De entrada, la peli tiene varias versiones y la más larga, contiene las escenas que rodó por su cuenta Guccione, puramente pornográficas, plagadas de sexo explícito y que nada aportan al conjunto de la cinta que ya tiene suficientes escenas eróticas para quedar patente la depravación de Calígula en ese aspecto.
Toda esa deriva a la que hemos aludido originó problemas entre los integrantes del rodaje, el guionista, el escritor Gore Vidal, el director, Tinto Brass (a quien no se podrá acusar precisamente de pacato) y alguno de los intérpretes, si por ellos hubiera sido, se hubieran borrado de los títulos de crédito.
Intérpretes, por otro lado, entre los que figuran gente del prestigio de Malcolm McDowell (genial en su papel de Calígula), John Gielgud, Peter O'Toole o Helen Mirren.
Un apartado reseñable es el correspondiente a la banda sonora, de Paul Clemente, habitual colaborador de Morricone, que toma prestados pasajes de Khachaturian y Prokoffiev y que tiene momentos de auténtica belleza.
Por lo demás, ya digo, una buena idea, estropeada por la inclusión de tantas escenas de sexo, bastante mal rodadas y montadas con pésimo gusto y que lo único que consiguen es aburrir, entre otras cosas por el excesivo aumento del metraje que suponen y por lo aburridas que resultan.
Un truño. La vi de chaval, pero solo por las escenas subidas de tono. Años más tarde aguanté quince minutos delante de la pantalla.
ResponderEliminarEs una lástima de film.
ResponderEliminarDesde luego y como bien apuntas, creo que la cagan con las escenas de sexo, ya que aunque fuese tal cual, para realizar un buen fim, tanto erotismo como que está de más.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Y la hacen aburrida.
EliminarTal vez por la edad con que la vi, recuerdo que salí del cine con los ojos como platos.
ResponderEliminarEs evidente que cambia la percepción totalmente.
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