lunes, 19 de agosto de 2013

55 DÍAS EN PEKÍN

China 1900, durante las revueltas conocidas como levantamiento de los boxers, los representantes de las potencias extranjeras en Pekín, son "invitados" por las autoridades para que abandonen la ciudad.
Los representantes diplomáticos se reúnen y, a instancias del embajador británico, deciden quedarse, para ello se ponen en manos de los agregados militares, que preparan la defensa del reducto donde se reúnen los occidentales.
Los chinos atacan en el convencimiento de que van a conseguir una rápida victoria, pero los extranjeros resisten, animados por las noticias de una pronta llegada de tropas que van a rescatarles, aunque se encuentran con dificultades en su avance. Mientras tanto, los sitiados van ganando tiempo a base de golpes de mano y de gestos de valor en la defensa de sus posiciones.



Película producida en España en los estudios madrileños de Samuel Bronston, dirigida por Nicholas Ray, aunque algunas escenas fueron filmadas cuando el director estaba enfermo y fue el equipo de filmación el encargado de rematar el trabajo.


Desigual producción, pues las escenas de acción funcionan bastante correctamente y resultan muy atractivas, sin embargo las diversas subtramas son muy flojas, las historias de la vida familiar del embajador inglés, la historia romántica entre Charlton Heston y Ava Gardner, o la de la niña china cuyo padre norteamericano fallece en el asedio, llegan a resultar incluso tediosas.


Es uno de esos films que, en mi caso, ya no son vistos igual que cuando era un crío y, en esta ocasión, es para peor, pues toda la épica que envuelve el asedio, no logra tapar las carencias que yo aprecio. Las escenas de los ataques de los bóxers parecen un ir y venir de chinos arriba y abajo, correteando por la escena. Las escenas del principio, con el recorrido por las diversas embajadas mientras izan cada cual su bandera y suenan sus himnos, y las del final, con el desfile de las tropas liberadoras por naciones, me resultan un tanto penosas, incluso horteras vistas ahora.
Los actores están bien, pero sin pasarse. David Niven en su línea impecable, Heston cumpliendo más o menos y la pobre Ava Gardner, en la cuesta abajo de su carrera.


Como film de aventuras, no está nada mal, el problema es que tiene muchos, pero muchos minutos, que no son de acción y están rellenados con escenas y subtramas que no enganchan en absoluto, al contrario, aburren. Quizá media hora menos de película hubiera ayudado a un producto final menos pastoso.





10 comentarios:

  1. A veces pasa, al volver a ver una peli, la vemos de forma diferente. Buena crítica.

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  2. Y el asedio al Alcazar,que duró 57 días sólo dio para Sin novedad en el Alcazar con 99 minutos.

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  3. Estoy con lo que dices, quizá sobró película. Ya que como decía mi abuelo, tiene bastante paja.

    Saludos.

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  4. Y además sale una "legación española" que nunca existió,incluso un embajador español.Creo que es una "licencia" debido a que la pelicula se rodó en España.Cuentan que se fichó para ella a todos lo empleados de restaurantes chinos de Europa.

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    1. El desembarco de Samuel Bronston en España da para mucho. Las autoridades estaban encantadas, dieron todo tipo de facilidades y más, para que los mastodónticos estudios se instalaran en España y Mr. Bronston tenía mucho que agradecer, así que no te extrañe que plantara una embajada española en el centro de Pekín.

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    2. Para comentar sobre historia hay que estudiar y por eso la ignorancia de la embajada española,estudiar catetos

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    3. Están ustedes completamente equivocados. Primero se informan y después borran esta muestra de ignorancia supina. Cuando la dinastía Qing accedió a suscribir el hoy llamado Protocolo Bóxer, un tratado muy fructífero para los países occidentales, Bernardo Cólogan se convirtió casi de inmediato en prohombre a ojo de la gran mayoría de las potencias occidentales, que lo distinguieron con sus más altos honores: la Gran Cruz de la Orden del Águila Roja de Prusia, la Orden de Santa Ana de Rusia o la Gran Cruz de la Orden de la Estrella Polar de Suecia. Además, Francia lo condecoró como Gran Oficial de la Legión de Honor y el Gobierno español le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar. La única excepción a estos extraordinarios reconocimientos internacionales fue Inglaterra, que aún hoy sigue sin rendirle tributo, un hecho en el que todavía subyacen los desencuentros que tuvo en su día con el embajador de aquel país, a quien Bernardo Cólogan, en sus funciones de decano del cuerpo diplomático, no quiso expedirle la credencial hasta que dispusiera de todos los documentos. El representante del Gobierno inglés había llegado a Pekín inmediatamente después de que la Alianza sofocara el asedio a las embajadas, le faltaban papeles y don Bernardo no estaba dispuesto a ceder ni un milímetro en el cumplimiento de los protocolos. No hay que olvidar que uno de los factores que propiciaron que Cólogan y Cólogan llevara las riendas de las negociaciones fue precisamente su rectitud, disciplina y acatamiento de las disposiciones diplomáticas. Hablaba inglés como un nativo. Dominaba el francés, el griego y el mandarín y representaba a una vieja potencia, España, sin mayores intereses en China. Disfrutaba, por lo tanto, de una neutralidad y respeto internacional que no tenían los embajadores más directamente concernidos en el conflicto.

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