Francisco de Asís, había nacido en el seno de una familia de ricos comerciantes, pero un buen día siente la llamada divina y se deshace de todos sus bienes. Como él mismo dijo: Pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros visteis otra igual. Naturalmente, se refería a la Pobreza.
En 1209, Francisco y sus compañeros viajan a Roma para presentar ante el Papa Inocencio III la regla de lo que será la La Orden de Frailes Menores (Ordo Fratrum Minorum). A través del obispo Guido de Asís, consiguen audiencia con el pontífice que, al igual que otros jerarcas de la Iglesia, muestra sus reticencias, pero con la ayuda de otros personajes, como Juan de San Pablo, consigue finalmente la autorización verbal del Papa para su hermandad de pobres.
De regreso a Asís, él y sus acompañantes se asientan en un lugar llamado Rivo Torto donde comienzan su vida en comunidad.
La narración se estructura en breves capítulos inspirados en el libro "Las florecillas de San Francisco", en el que se nos narran algunos episodios de la vida del santo y de sus primeros compañeros.
Con un modesto presupuesto, el italiano Roberto Rossellini rueda un film sencillo y hermoso que destila armonía y belleza en cada fotograma.
Con un mensaje claro y diáfano en su sencilla narrativa salpicada de ironía y sentido del humor.
En algunas fases parece recordar de lejos un cierto surrealismo, sobre todo el episodio en el que aparece Aldo Fabrizi encarnando al tirano Nicolaio, el único actor profesional en un film rodado con personajes de la calle.
Para algunos es un film que de tan sencillo resulta infantil, no sólo en su mensaje o en su manera de contar las historias, sino incluso en la forma en que está rodado. Pero es que es infantil, en el mejor de los sentidos de la palabra, y el aire de espontaneidad que le da Rossellini, hace que en muchos de sus planos nos olvidemos que hay todo un equipo detrás de la cámara, como si los intermediarios entre la imagen y el espectador hubieran desaparecido.
El mensaje de pobreza y desprendimiento de Francisco es un peligro para una sociedad donde el egoísmo y la competitividad imponen su ley. Un mensaje molesto, incluso para la propia Iglesia que hace mucho que renunció a esos valores, por eso él y quienes como él predican ese desapego a lo material son tachados de locos, de hippies.
El film sólo se disfruta y se entiende desde esa mirada infantil de la que antes hablábamos, viendo a esos monjes ingenuos que cantan y bailan, que se refugian en lugares pobres y semiderruidos, que comparten todo lo que tienen y que predicaron el respeto a la naturaleza, a las bestias y a las plantas, a las nubes y a la lluvia, al sol y a la noche, mucho antes de que el ecologismo tomara carta de naturaleza.
Buena reseña. Rossellini quiso transmitir la forma de vida franciscana y para ello utilizo como actores a los propios monjes franciscanos.
ResponderEliminarEn efecto, Paloma, muchos de los actores eran monjes.
EliminarNo la he visto, pero como siempre, con tu información tan detallada quedo por enterado.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Gracias, Rafa.
EliminarVi esta película cuando era niño. Me gustaría verla otra vez.
ResponderEliminarPues nada, ya sabes.
EliminarEs sin duda una película extraordinaria y no podía seer menos estando inspirada en las FLORECILLAS del poverello de Asís. Quizás les falte a los actores la tremenda inocencia que desbordaban Fray Bernardo, Fray Rufino, Fray Elias, y sobre todo el maravilloso Fray Junípero
ResponderEliminarFray Junípero que, en algunos pasajes, se convierte en el verdadero protagonista del film.
EliminarComo Hagakure yo también la vi de chavalín. Señalar que conseguía en los espíritus infantiles dejar una profunda huella. Ese fue mi caso y hablo desde mi experiencia. Luego, perdida la inocencia y vuelta a ver, nada se sintió como con seis o siete años. Una pena.
ResponderEliminarLas perspectivas cambian con el tiempo, es indudable,
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