miércoles, 26 de junio de 2013

BOUVARD Y PÉCUCHET

Última novela de Gustave Flaubert que no pudo concluír su escritura aunque se supone que no debía faltarle mucho y, desde luego, las ideas esenciales de la misma están expuestas más que de sobra.
Publicada en 1881, un año después de la muerte del autor, nos cuenta las peripecias de dos hombre que, ya en su edad madura, se conocen por casualidad y descubren que son una especie de almas gemelas que comparten gustos, aficiones y manera de pensar. Aprovechando la sustanciosa herencia que recibe uno de ellos, una vez jubilados, adquieren una propiedad en una zona rural y se embarcan en toda clase de estudios y experimentos sobre los más diversos saberes, impregnados de ese enciclopedismo tan característico de una cierta élite francesa.
Cual modernos quijotes, a pesar de obtener algunos pírricos éxitos, fracasan en prácticamente todas sus aventuras y, cuando no, abandonan a medio camino la tarea emprendida. Como ocurre con el personaje cervantino hay que leer más allá de lo aparente para sacar todo el jugo de lo que se nos está contando. Si Don Quijote es más que una parodia de las novelas de caballería, Bouvard y Pécuchet no es sólo una novela sobre la estupidez de los hombres (de algunos hombres al menos), sino todo un tratado sobre la mediocridad.
Conociendo el perfeccionismo de Flaubert, no quiero imaginar la cantidad de horas que invirtió en documentarse para tener un cierto dominio de vocabulario a emplear cuando nos habla de las actividades en que se embarcan los protagonistas: Agricultura, química, medicina, geología, pedagogía, religión, filosofía, espiritismo, magnetismo, ejercicio físico, arqueología, historia, escritura, política, arte amatorio e incluso el suicidio. En todos esos berenjenales se meten y de todos salen trasquilados.
Todo este estudio sobre la estulticia humana, me ha resultado tremendamente actual, ¿cuántos Bouvard y cuántos Pécuchet nos rodean hoy en día? Desde los contertulios de tantos y tantos programas que nos hacen creer que saben de todo y no saben de de nada, pero se permiten el lujo de darnos lecciones, hasta la gente que nos dirige, prebostes de la patronal, los sindicatos o nuestros queridos ministros y otros adláteres que hacen leyes y normas para mejorar nuestra vida y cuando los resultados son negativos nadie se acuerda de que lo que nos presentaron como una panacea resultó ser otra estafa.
Una divertida y pintoresca epopeya sobre los mediocres.




2 comentarios:

  1. Una obra escrita desde la ironía propia del autor. A pesar de no concluirla él, si dejó un plan de como concluirla.

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    1. Der todas maneras, con lo que escribió es más que suficiente para considerarla casi acabada.

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