El acorazado de la flota del zar "Príncipe Potemkin de Táurida", regresa de la guerra contra los japoneses y se encuentra en las proximidades del puerto de Odessa.
La tripulación está harta de la brutalidad de los oficiales y del desprecio con el que son tratados. Cuando pretenden hacerles comer carne podrida, los marineros se niegan y el capitán quiere dar un escarmiento fusilando a algunos de los decontentos a la vista del resto de la marinería.
Los marinos atacan a sus jefes y se hacen con el gobierno de la nave, a la que llevan hasta el puerto de Odessa, desembarcando el cadaver de uno de sus líderes muerto en la revuelta. El pueblo se solidariza con ellos y les envía víveres, sin embargo las autoridades, envían tropas para reprimir el levantamiento que ha surgido en la ciudad ante el ejemplo de los marinos.
Sobre un guión del propio realizador, Sergei M. Eisenstein y de Nina Agadzhanova, el film recrea hechos reales con otras partes aportadas por la imaginación de los guionistas.
Está concebida como una película eminentemente propagandista, pero también didáctica, ya que parte de la población de la Unión Soviética, no había vivido de cerca los acontecimientos de la revolución y el film pretende acercar aquellas jornadas a quienes las desconocen. Por supuesto lo hace de manera interesada, no olvidemos el entorno en que nos movemos.
Reconociendo toda esta realidad y la posible tendenciosidad de algunas de las secuencias, el film trasciende todo esto para convertirse en un documento de calidad artística y técnica que marcan una época en la evolución de la naciente cinematografía, la prueba es que cualquier escuela de cine tiene entre sus piezas de estudio este film sin tener en cuenta sus implicaciones políticas.
Y es que Eisenstein aporta al cine algo que todavía no se usa: el montaje. Utilizando muchos planos cortos y giros de cámara, planos picados y desde el suelo, nos hace creer que estamos viendo algo que no hay en realidad, una situación que alcanza su culmen en las conocidas secuencias de las Escalera de Odessa.
La llamada escalera Primorski (en la actualidad escalera Potemkin) a la que el realizador hace protagonista de una de las escenas más famosas del cine, que ha sido homenajeada en muchos films posteriores, incluyendo la magnífica evocación que hace Brian de Palma en Los intocables. Vemos unas escaleras que no existen tal y como nos las muestra la peli, con una escena que difícilmente duraría tanto en la realidad, con fallos que en cualquier otro film nos haría llevarnos las manos a la cabeza, como cuando la gente va corriendo en direcciones contrarias... Pero aquí todo queda perdonado por lo sublime de la escena global, la tensión, la rabia, el miedo, la impiedad de los soldados.
Ni en el guión, ni en ninguno de los escritos previos al film estaba incluída esta escena. Eisenstein mismo cuenta que se lo ocurrió al ver una cereza caer de un árbol y rodar escaleras abajo, le pareció que dar forma a aquella idea e incluirla en la película podría dar como resultado unas escenas de gran fuerza dramática.
Como en tantas pelis de la época anterior al sonoro, las expresiones y los gestos de los actores, cobran especial importancia. Aquí los puños crispados, las miradas aviesas de los oficiales, los gestos de terror de la gente, los abrazos entre los marineros, sustituyen el inexistente sonido, hasta el punto de que entre esto y los primeros planos con los que el realizador remarca algunos de estos episodios, la película se sigue perfectamente sin necesidad de sonido.
El motín de los marineros del Potemkin es histórico, más dudoso es que coincidiera en el tiempo con la represión de los ciudadanos de Odessa y, desde luego, no acabó en la forma feliz que nos muestra la película, pues fueron apresados y castigados poco después.
Un film que es historia del cine, que marca los inicios de nuevos caminos con sus innovaciones y que, aunque sea por motivos interesados, muestra valores que son universales: La injusticia, el abuso de poder, la revuelta de los oprimidos, la hermandad entre los desfavorecidos, la brutalidad de las fuerzas del orden... Eisenstein logra transmitirnos en imágenes las emociones, la impotencia del inferior ante las vejaciones de quienes están por encima, el miedo y la rabia contenidas. Todo eso lo vemos, lo palpamos y aunque todos sabemos en qué acabó aquella aventura en la que el pueblo ruso salió de un régimen de oprobio para meterse en otro que negaba la libertad del individuo, consigue que nos emocionemos cuando vemos los rostros alegres y los abrazos de los marineros del Potemkin.
No sabía que la escena de la escalera de los intocables, tenía su origen en esta película. Muy interesante.
ResponderEliminarNo me consta, aunque supongo que Brian de Palma habría visto esta peli y es que la escena, salvando las distancias temporales, es casi calcada.
EliminarOtra que no he visto. La verdad es que tengo el cine mudo muy abandonado. Por un lado me apetece pero por otro me da pereza.
ResponderEliminarEsta, yo creo, merece la pena.
EliminarEs muy recomendable descubrir el cine llamado clásico. Se sorprenderán de las maravillas que guarda. Amigo Iñigo ánimo a por el Acorazado, El nacimiento de una nación, Intolerancia y un montón de tesoros.
ResponderEliminarQueda dicho, Manuel.
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