Si el otro día hablábamos de la prepotencia y chulería de los caballeros franceses en el sitio de Nicópolis, hoy traigo un asunto cuyo resultado, esta vez para las tropas inglesas, raya en la estupidez por parte de su comandate en jefe, John de Warrenne, conde de Surrey, quien había sido nombrado gobernador de Escocia por el rey Eduardo I.
Con el saqueo de Berwick, en marzo de 1296, podemos decir que empieza oficialmente la ocupación de Escocia por su vecino del sur, pero las cosas no habían hecho sino empezar en un conflicto que se extendería a lo largo de casi tres décadas.
Para los ingleses aquello iba a ser un paseo militar y no menos optimista era el conde de Surrey que pensando que se las habría de ver con un hatajo de de salvajes que pelearían poco y se desbandarían, hizo avanzar a su ejército sin enviar exploradores por delante, al encuentro del comandante escocés, el después famoso William Wallace.
En su camino, Warrenne debía cruzar el río Forth, sobre el que discurría un puente de madera, por el que su caballería únicamente podría cruzar de dos en dos. Era el 11 de septiembre de 1297 y el inexperto conde de Surrey se empeñó en cruzar por allí, haciendo caso omiso a las indicaciones de soldados más veteranos y experimentados, como sir Ralph Lundy, que indicaron que no muy lejos había un vado totalmente seguro por el que podían pasar hasta treinta jinetes a la vez.
Lo que tampoco sabía Warrenne era que al otro lado esperaban los escoceses, que se armaron de paciencia y contemplaron cómo el enemigo franqueaba el río a paso de tortuga, hasta que, cuando algo menos de la mitad había alcanzado la otra orilla, lanzaron un ataque en toda regla masacrando a los caballeros ingleses, que para colmo de males se veían dificultados a la hora de maniobrar, ya que la zona en la que acababa el puente era un terreno semipantanoso.
El de Surrey, viendo que su ejército había quedado divido en dos y que a los que estaban al otro lado les estaban haciendo papilla, mandó que cruzaran más tropas al tiempo que los escoceses empujaban a los ingleses que habían alcanzado la otra orilla hacía el puente. El resultado fue que el puente se hundió llevándose a unos cuantos ingleses río abajo y completando una auténtica escabechina.
Tras esta victoria, William Wallace y sir Andrew Murray, fueron nombrados lores protectores de Escocia. Se adentraron en territorio Inglés y llegaron a Newcastle hasta que fueron derrotados, al año siguiente, por Eduardo I en la batalla de Falkrik, en la que los nobles escoceses traicionaron a Wallace.
Siempre en esto de las guerras/invasiones, el que invade se cree que va a ser un paseo... todavía no conozco ejemplos de invasiones que se hayan acabado tan rápido como proponían.
ResponderEliminarEs como hacer obras en casa.
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