Los hermanos Pontipee, viven en su granja, en plena montaña, alejados de la civilización. El mayor de ellos, Adam (Howard Keel) va al pueblo a cambiar sus mercancias por provisiones, pero además, decidido a encontrar una mujer con la que casarse y que les atienda a él y a sus hermanos.
La alegida para tan ingrata tarea es Milly (Jane Powell), con la que Adam contrae matrimonio, pero a la que no dice nada de lo que le espera a partir de entonces, algo de lo que se entera al llegar a la granja.
Milly, tras unos primeros instantes de tremenda decepción, decide hacer de tripas corazón y se propone "civilizar" a sus cuñados y llevarles a la fiesta de construcción del granero que preparan los del pueblo. Su propósito es que cada uno de ellos encuentre una joven con la que casarse.
Ya hemos comentado alguna vez que, en multitud de ocasiones, las películas musicales no tienen inconveniente alguno en huir de la realidad a cambio de hallar el entretenimiento.
Desde luego este es uno de esos casos. Nada más alejado de la realidad que este mundo de naturaleza idílica en el que siete brutos deciden seguir el ejemplo de los romanos cuando raptaron a las sabinas y llevarse a su granja a siete bellas y tiernas jóvenes para casarse con ellas.
Argumento irreal para una historia que, despojada de otros aditamentos, resulta incluso un tanto cursi.
Pero ahí radica parte del genio de Stanley Donen, el hombre capaz de convertir esta boutade en un entretenimiento al más esplendoroso estilo Hollywood.
Un argumento de lo más machista a primera vista, pero que el guión sabe atemperar con la acitud de Milly: "Trabajaré a tu lado, Adam, pero no pienso dormir a tu lado"
Otras cosas llaman también la atención, como el cambio de actitud de las raptadas, que primero desean ser liberadas, pero llegado el momento están encantadas con casarse con sus raptores. Pero eso es, repito, lo de menos, el guión no busca la credibilidad, sino que está al servicio del espectáculo.
Las luces de alarma de la censura americana, estaban encendidas y, de hecho, el realizador tuvo que introducir algún cambio con respecto a su idea original de titular al film "Una novia para siete hermanos" y claro, poligamia habemus.
Una verdadera joya del musical, un film que resulta agradable y simpático aún en el caso de que no te guste y una escena, la de la fiesta de construcción del granero, que es de lo mejorcito en la historia de los musicales cinematográficos.
La he visto al menos dos veces, y creo que es muy divertida.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Es uno de esos films que destilan optimismo y alegría.
EliminarHola Trecce.
ResponderEliminarCuando pones post de pelis antigüas sin querer queriendo me llevas años atrás ya que en su gran mayoría he visto hace muchos años atrás,...está no iba a ser menos,jajajaja.
Como ya sabes no soy ver pelis de musicales, aunque es inevitable engancharte algunas de ellas que por cierto son algunas a mi parecer muy buenas y esta es una de ellas.
Lo que no sabia es de la censura y las criticas cosa que a veces se nos pasa y viene bien saberlas.
Un cordial saludo Trecce.
Hay muchas curiosidades alrededor de este film, no he querido extenderme más de la cuenta, pero por ejemplo, la Metro confiaba tan poco en su éxito que le destinó el presupuesto más bajo de las pelis rodadas aquel año.
EliminarAún están recogiendo beneficios.
Me encanta.
ResponderEliminarClaro, la ves ahora y muchas cosas chirrían, aparte de que como apuntas algún número es cursi y ahora me acuerdo de las palomas pegadas en el árbol "spring, spring, spriing" jaja, pero otros son sensacionales,¡qué bailes! aún hoy me sé todas las canciones de memoria porque me ponía la casette una y otra vez, como "Hello Dolly" y otras.
Nunca había imaginado que los bailarines pudieran resultar tan varoniles hasta que me entusiasmaron en esta película (y por supuesto quería parecerme a cualquiera de esas chicas de mayor)
Es encantadora la estética del film.
EliminarPoliandria, querida... Aun peor visto que la poligamia!
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