lunes, 11 de junio de 2012

SOMBRERO DE COPA

Jerry Travers (Fred Astaire), ha viajado a Londres para protagonizar un espectáculo que produce su amigo Horace Hardwick (Edward Everett Horton), la esposa de este quiere presentarle a una joven para emparejarlos, a lo que Jerry dice que no le gustan las ataduras de ningún tipo y lo expresa de la mejor forma que sabe, bailando frenéticamente claqué, mientras justo debajo de la habitación del hotel que ocupan Jerry y Horace, está tratando de dormir Dale Tremond (Ginger Rogers) y se queja a recepción del ruido, llegando a subir a exponer su enfado a Jerry que en cuanto la ve se queda enamorado de ella.
Por un malentendido Dale cree que Jerry está casado con su amiga Madge y rehuye todas las propuestas de Jerry. Ambos coincidirán nuevamente en Venecia, pero Dale, que sigue sumida en el malentendido, se casa por despecho con el diseñador italiano Alberto Beddini (Eric Rhodes).

 

El comienzo del film parece prometer algo más enjundioso de lo que veremos después, con una imagen de inicio muy cuidada y original, la cámara abriendo plano sobre un sombrero de copa mientras inicia un travelling hacia atrás. A continuación, una escena muy divertida en el club londinense donde Astaire espera a su amigo.

 

Ahí queda todo, porque a partir de ese momento el guión se diluye en una serie de simplezas que dan vida a un enredo sin pies ni cabeza, como si guionistas y realizador nos quisieran comunicar de buenas a primeras que les importa un bledo la historia y que de lo que se trata es de encadenar los bailes de Ginger y Fred en pareja o los de este último que está en una forma insuperable.

 

Además de la pareja protagonista, algunos de los secundarios del film anterior, La alegre divorciada, están presentes en el reparto (Edward Everett Horton, Erik Rhodes, Eric Blore, Helen Broderick...), todos ellos muy bien, no en vano estamos hablando de actores de reparto de primera línea. Como dato curioso, apuntar la presencia, casi testimonial, de una jovencita Lucille Ball

   

Viendo la película todavía podemos observar las peculiaridades de este tipo de films musicales rodados a la antigua usanza, muchas veces da la impresión de que están rodando la puesta en escena de una revista musical tal cual, me refiero a que al estar rodados en estudio, nos parece que somos el público de un teatro y que estamos viendo el escenario. De hecho hay cosas que nos mueven a la sonrisa (por ser condescendientes), por ejemplo, los decorados que nos quieren hacer creer que estamos en Venecia, si los viéramos en una peli de ahora, nos darían vergüenza.

 

Pero lo que realmente importa del film es la música y el baile, eso es lo que la ha hecho pasar a la historia. Y por encima de todo, una canción: Cheek to cheek. Qién no ha entonado alguna vez aquello de "Heaven, i'm in heaven..." Irving Berlin, el autor de esta y otras maravillas, no sabía escribir música, había aprendido a tocar el piano y con eso le bastaba, así que era necesario que algunas personas transcribieran sus melodías al lenguaje musical. Estos orquestadores, por llamarles de algún modo, estaban bajo la dirección de otro grande de la música cinematogrñafica: Max Steiner (Casablanca, Lo que el viento se llevó...).

 

Los números musicales, para los amantes de este género en general y no digamos para quienes son fans del rey del claqué, son una maravilla. Ya hemos señalado que Astaire estaba en plena forma y realmente la desenvoltura con la que se mueve, haciendo parecer que sus movimientos son fáciles, son para disfrutar.

 

Hay una anécdota alrededor del vestido que llevaba Ginger Rogers en una de las coreografías, el famoso vestido de plumas de avestruz, frente al que Fred Astaire ya mostró su desaprobación en los ensayos, lo que ocasionó que la pobre Ginger se fuera a llorar a un rincón mientras era consolada por su madre, pues el vestido lo había diseñado ella misma. Las plumas iban cosidas una a una y se desprendían cuando bailaban. Al finalizar el rodaje, Fred Astaire declaró: Fue horroroso, no había visto tanto pluma en mi vida. Parecía un pollo atacado por un coyote.
Las paces entre la mítica pareja se hicieron cuando Astaire y el coreógrafo Hermes Pan, le llevaron a Ginger una pluma de oro, mientras hacían una parodia de Cheek to cheek, cambiando la letra y donde dice "Heaven, i'm in heaven", ellos cantaban " Feathers, i hate feathers" (Plumas, odio las plumas).

 

Así que, a pesar de las  pegas de que no tiene guión y todo eso, lo mejor, para el que vaya a ver este film, es disponerse a disfrutar de un musical de los de antes, con unas maravillosas coreografías y que lo que de veras pretendía era entretener al público en plena efervescencia de la gran depresión, vamos, como ahora.

 


8 comentarios:

  1. Recomendada contra estados depresivos, consulte a su cinéfilo.

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    1. Sin duda está hecha para alegrar a la gente que atravesaba por una difícil coyuntura, parecida a la actual.

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  2. Aunque algunas sean algo frívolas ,o precisamente por eso, da gusto verlas.

    Y qué glamour, qué música maravillosa y qué forma de bailar, creo que debe ser lo más cercano a sentirse volar.

    Los excelentes secundarios ponen el toque de humor indispensable.

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    1. Efectivamente, Maribel, esas pelis están hechas así con todas las consecuencias. Puro cine de entretenimiento.

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  3. Por lo menos es entretenida y relajante.

    Saludos cordiales

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    1. En efecto, y no es poco, hacer cine de entretenimiento no es precisamente fácil.

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  4. Bueno todas las películas de esta pareja eran muy entretenidas y divertidas. Este Fred Astaire parecía de goma.

    Saludos Trecce.

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