La película comienza con el relato de la tranquila vida de dos hermanos que viven con su madre, su padre murió siendo ellos niños, cuando se incendió el barco en el que navegaba. Un buen día, el mayor, un adolescente un poco raro que apenas come y no habla con la gente, coge la pistola de su padre, sale a la calle con ella, entra en un supermercado donde compra un cómic, pero el guarda de seguridad le pide el ticket y al no tenerlo, saca la pistola y le pega un tiro en la cara. Al salir corriendo del supermercado, roba el primer coche que encuentra llevándose con él a una joven adolescente que está en la parte de atrás. La joven pareja en su huída que dura tres días y dos noches tendrán tiempo de hablar y de iniciar una relación que saben no durará mucho. Ella es una chica que acaba de salir del hospital porque se ha intentado suicidar. Supuso el debut como director de Ray Loriga, autor de la novela "Caidos del Cielo", en la que está basado el guión del film.
Para mi gusto es un intento frustrado de llevar al cine su propia novela, ya que el film en ningún instante logra transmitir, enganchar al espectador, sino todo lo contrario. La novela del propio Loriga es una especie de puesta al día (salvando todas las distancias salvables) de aquellos relatos de la Beat Generation que nos legaron Ginsberg, Kerouac o Burroughs, pero, en este caso, los asuntos tratados se refieren a la llamada Generación X, esa juventud de los 90 y posteriores años, sobreprotegida por sus padres, sin haberse tenido que enfrentar a las adversidades de la vida, con una existencia relativamente plácida y siempre con una moneda en el bolsillo; creo que todo esto no queda bien explicado en la película, las frases y los diálogos que podrían haber resultado de cierto nivel, quedan como deslabazados, con párrafos perdidos como una isla en el océano, como aquel en el que el protagonista le dice a su hermano: No es que sea vago, es que no tengo nada que hacer, toda una defición, pero que como otras facetas del film, queda sin continuidad.
La relación entre los hermanos, la admiración incondicional que el pequeño siente por el mayor, queda reducida aquí a dos chicos que fuman y beben juntos, pero que ni siquiera parecen hermanos. Y otras cosas que si no aparecieran para nada, pues estaríamos hablando de que el autor no quiso tratarlas en el film aunque estuvieran en la novela, pero lo que hace es trasladarlas fatal, como por ejemplo la critica de la hipocresía de los medios de comunicación, de la sociedad en general con su conjunto de valores un tanto cuestionables que en la novela se va viviendo a través de los personajes de la madre y del hermano, ¿cómo lo traslada a la pantalla?: rompiendo la tele de un silletazo casi de buenas a primeras. Sin duda una imagen simbólica, pero que puede que no sepamos a qué viene. La relación entre los dos protagonistas (el chico y la chica que huyen), esa huida a un final sin salida, también queda bastante desaprovechada.
Lo de las actuaciones es curioso: Los protagonistas, Daniel González, Nico Bidasolo y Andrés Gertrúdix, no han encontrado continuidad en sus trayectorias. Situación bien distinta es la de los secundarios, encabezados por un Karra Elejalde que para mi gusto es el que mejor está de todos; Viggo Mortensen, prácticamente desconocido entonces y mira ahora o el pequeño Maxi Iglesias, a quien el futuro le tenía deparado ser el ídolo de jovencitas con su papel de Cabano en Física o Química y que es un actor de éxito sobre todo en televisión.
Magnífica la fotografia de José Luis Alcaine y una curiosa banda sonora de Christina Rosenvinge (que también tiene un pequeño papel) que incluye algunas canciones propias. En definitiva, un film pretencioso para lo que de veras consigue. Mejor que lean la novela.
No he visto la película, la desconocía por completo, pero según narras como siempre fenomenal, no es para guardarla en la hemeroteca. El personaje principal para mí que está como un cencerro, ya que a las primeras de cambio coger una pistola y reventarle a un tío la cara, como que no es muy normal, además como cuentas parece ser que los protagonistas de esta película han pasado por el mundo cinematográfico sin pena ni gloria. Esto ocurre muchas veces, donde la novela es mucho mejor que el cine. En cuanto a la frase, "no es que sea vago, es que no tengo nada que hacer". Si no haces nada aunque no lo seas, en poco tiempo te conviertes en vago y en alguien inservible y que no aporta nada a la sociedad.
ResponderEliminarSaludos amigo Trecce.
Tomada al pie de la letra, la frase es un sinsentido o una perogrullada.
EliminarPero en el contexto del film, me parece una de las mejores definiciones de esta generación que se pinta como perdida, desnortada, adoradora de falsos valores.