En 1849, la escuela para niños pobres que Mr. Drouet tenía en Tooting, a ocho millas al suroeste de Londres, se convirtió en el centro de un escándalo, cuando alrededor de 180 niños murieron víctimas de una epidemia de cólera que se desató en ese establecimiento. En el orfanato de Tooting, a los niños allí internados, se les proporcionaba educación en un grado muy modesto, pero fuera del horario escolar, los niños fueron empleados en tareas laborales, como trabajos domésticos, recolección agrícola, y trabajos poco cualificados en incipientes industrias de la zona. Se sospechaba que el orfanato se dedicaba a vender o ceder niños y de seguir aplicando la llamada Ley Hanway, que había sido derogada en 1844 y que estipulaba que ningún niño podía permanecer en un asilo para pobres más de tres semanas; pasado ese plazo o bien se debía proporcionar a la madre ayuda suficiente para poder criar a sus hijos en casa, o debían ser colocados como aprendices, preferentemente en el campo. Algunas de las investigaciones realizadas, llegaron a la conclusión de que las víctimas, fallecieron a causa del cólera agravada por la falta de alimentos, ropa de abrigo, hacinamiento y mala ventilación. Varios testigos revelaron que los niños estaban desnutridos y recibían alimentos de mala calidad. Uno de los miembros de los llamados Guardianes de Holborn, el señor W. Winch, prestó declaración sobre su visita a la escuela el año anterior: Los niños estaban en la cena todos de pie, creo que nunca se sientan en las comidas. Corté más de cien patatas, estaban negras y podridas, ninguna estaba en condiciones para comer, pero fueron servidas a los niños... Preguntamos a los niños si tenían alguna queja con la comida y unos treinta levantaron la mano... Drouet se puso muy violento y llamó a los niños mentirosos y sinvergüenzas. Las conclusiones de la investigación fueron que Drouet era culpable de la muerte de los niños (sin premeditación, se aclaraba) y que los Guardianes de Holborn habían actuado de forma negligente en las inspecciones al establecimiento. Como resultado de estas conclusiones de la investigación, Drouet se enfrentó a un juicio penal por homicidio. El procedimiento se inició ante el Tribunal Central de lo Penal el 26 de febrero de 1849. A pesar del aparente peso de la evidencia que demostraba el trato negligente de Drouet para con los niños a su cuidado, la defensa argumentó, con éxito, que no había ninguna prueba absoluta de que alguno de los niños se hubiera recuperado de no haber sido por la actuación negligente de Drouet. El 16 de abril, siguiendo las instrucciones del juez, en el sentido de que no había ningún delito del qué responder, el jurado emitió un veredicto de no culpable.
Un indignado por la manera en que se resolvió aquel asunto, fue Charles Dickens, que publicó una serie de artículos muy críticos en el Examiner. Entre otras cosas, decía que todo aquello había sido una vergüenza para la comunidad cristiana y una mancha en un país civilizado.
Vaya episodio negro, no me extraña que las obras de Dickens fueran tan descriptivamente sórdidas y reflejaran tan bien aquellos tiempos duros.
ResponderEliminarEs verdad, parece una novela de Dickens. Por desgracia, es historia pura y dura.
EliminarSí, pero si llega a suceder por aquí ya tenemos más leyenda negra aún.
ResponderEliminarPor cosas bastante menos graves, nos han colgado sambenitos que aún soportamos.
EliminarDesde luego vaya historia fuerte y triste, y si éste Drouet fue el responsable y culpable de esas muertes de tanto niño y de tanto maltrato, le tenían que haber cortado la cabeza.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Para qué vamos a insistir en las cosas que ya se han dicho sobre la Justicia.
Eliminar