Es la historia de un secuestro: El del metro de Pelham Bay de la 1.23, en Nueva York. Cuatro hombres abordan el tren y, tras soltar los restantes furgones del convoy, retienen a parte del pasaje en el vagón de cabeza. Su objetivo es conseguir un millón de dólares de rescate en el plazo de una hora. Si no se cumplen sus condiciones, matarán a un rehén por cada minuto que exceda del tiempo concedido.
El jefe de la policía del metropolitano, el teniente Zachary Garber (Walter Matthau) habrá de desplegar todas sus habilidades negociadoras para tratar de ganar tiempo con los secuestradores, sin embargo, el jefe de la banda, Bernard Grier, alias Mr. Blue (Robert Shaw), se muestra inflexible y decidido a cumplir su macabra amenza sin dar su brazo a torcer en ningún aspecto de la negociación.
El guión, de Peter Stone, toma como base la novela homónima de John Godey (seudónimo de Morton Freedgood). El libro fue todo un best seller, publicado en 1973, a la manera en que se escribían aquellos superéxitos de los setenta que, además de la lectura fácil y atractiva, contaban con una innegable calidad literaria y un gran trabajo documental.
Lo cierto es que Stone sabe sacar partido a la magnífica base que suponía la novela y nos regala un guión magistral que consigue ir dotando a la intriga, a la tensión, de un crescendo que te atrapa hasta el mismo final de la peli, y nunca mejor dicho, porque una de las mejores escenas, que remata algunas de las cosas que hemos visto a lo largo del film, está justo antes de los títulos de crédito.
Se ha dicho, y algo de eso hay, que la peli no tiene pretensiones, dicho esto en el mejor de los sentidos, es decir que no busca reflexiones de ningún tipo, únicamente (parece fácil, pero de eso nada) el entretenimiento, vamos, de esas pelis que cuando sales del cine, te lo has pasado fenomenal, pero no te llevas para casa cosas en las qué pensar.
Quizá quien no haya leído la novela, no vea esas cosas, que las tiene, lo que ocurre es que saben adaptarla tan bien al lenguaje cinematográfico que muchas de esas cuestiones que podríamos llamar sociales, están en las imágenes o en diálogos que sólo el espectador atento sabe captar en todo su contenido.
Nos encontramos en la ciudad de Nueva York de 1973, y no en su zona más “in”, con todo lo que eso implica: Racismo, primeras incursiones de la mujer en trabajos hasta muy poco antes reservados a los hombres, inicio de la Revolución Verde, disturbios y represión contra homosexuales, prostitutas, drogadictos, latinos… Eso se respira en el libro de Godey, pero también en la película y, si bien hay algunas cosas que se alteran (como no podía ser menos), como el personaje del teniente Garber (que en la novela apenas interviene en tres pasajes sin trascendencia, por lo que Stone fusionó este personaje con el del teniente Prescott quien, en el texto literario, mantenía el contacto con los secuestradores), el film mantiene la tensión, sin caer en los tópicos narrativos, con una trama perfectamente creíble, detallada hasta la extenuación, que ofrece un ritmo trepidante gracias a su estructura, sin necesidad de recurrir a grandes efectos especiales (algo increíble en el cine actual) y a ciertos toques de humor que Godey ya tenía en la novela y que la peli mantiene sabiamente dosificados.
Magníficas interpretaciones de todo el reparto (por cierto, muy bien definidos los personajes), destacando el maravilloso Walter Matthau, que nos regala algunos de esos momentos impagables de su humor socarrón, Robert Shaw, muy convincente y Martin Balsam.
Y la curiosidad: Para Tarantino, esta es una de sus pelis de culto y los que gustamos de su primera época como director, enseguida encontramos el guiño que le hace en su film Reservoir Dogs: ¿Les suena de algo Mr. Green, Mr. Blue, Mr. Brown ó Mr. Gray? Pues viene de esta peli, y eso sí es genuino de la cinta, porque en el libro no está.
Un buen trabajo de Joseph Sargent (quizá su mejor film) y una buena apuesta para quien quiera entretenimiento del bueno, el que desee algo más, también puede encontrarlo, pues no faltan los instantes en que retrata situaciones de la época, unas en clave universal y otra más localizadas en la ciudad de Nueva York (no perderse la crítica a la alcaldía, de la que se mofa a gusto).
Desconocia la novela y la película. Por lo que cuentas, tiene que ser muy entretenida. Si quitamos lo de los rehenes, se asemeja a lo del asalto al tren de Glasgou.
ResponderEliminarUn abrazo
En esa peli, asaltan un tren para llevarse la pasta, pero aquí... como se repite una vez y otra en el film: ¿Pero a quien se le ocurre esa locura? Robar un vagón de metro para sacar dinero, no parece, en principio, una gran idea y sin embargo, la película la hace verosimil.
EliminarLa película la he visto y me gustó. La novela no la he leído, pero seguro que quizás esté mejor que la película, como suele suceder en muchos casos.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
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ResponderEliminarLa novela es de las que engancha.
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