viernes, 13 de enero de 2012

BAJOS FONDOS

Un joven marginal, Tolly Devlin (Cliff Robertson), que vive en los bajos fondos, donde se va introduciendo en el mundo de la delincuencia mediante pequeños hurtos, presencia el brutal asesinato de su padre y, a partir de ahí, se promete a sí mismo que se vengará de los verdugos cueste lo que cueste.
Encerrado durante muchos años primero en un orfanato, después en el reformatorio y más tarde en diversas prisiones, un día descubrirá casualmente a uno de los criminales culpables, quien, a las puertas de la muerte, le confesará los nombres de los asesinos.
Traza un plan que le permite introducirse en la organización mafiosa donde los tres hombres que busca han conseguido escalar hasta los puestos más altos.
La venganza se sierve en plato frío y Tolly no descansará hasta lograr su eterno objetivo.

Con las pelis del llamado cine negro, ocurre lo que con otros géneros, que el ambiente e incluso los personajes parece que son siempre los mismos, pero no así la película, porque lo del género es el envoltorio, pero lo que nos cuentan son historias que podrían enmarcarse en otros ámbitos y más cuando hablan de sentimientos o de formas de comportarse.

En este caso, la venganza es el centro de la trama. Una venganza cuyos motivos, hacen que el espectador se ponga de parte del protagonista/vengador, pues el motivo es, nada menos, que el asesinato de su padre, víctima de una brutal paliza y que la cámara nos muestra a través de sombras en la pared de un callejón. Muy de cine negro, como se ve.

Samuel Fuller había trabajado en su juventud como redactor de sucesos, así que supongo que esa actividad le sirvió bastante a la hora de realizar películas como esta. Él supo arreglárselas en el tremendo mundo del cine americano, dominado por las grandes productoras, para hacer el cine que quería. En más de una ocasión a base de realizar películas de la llamada serie B, en las que, a cambio de lo rápido y barato que rodaba, le dejaban bastante libertad. Este es uno de esos casos, una peli de bajo presupuesto, con un resultado más que digno.

A pesar de que utiliza también el fuera de cámara, no por ello deja de mostrarnos en ocasiones la violencia de ese submundo en el que se mueven los personajes, esa violencia, seca, abrupta y sin efectismos, marca de la casa.

La historia de amor que, como algo paralelo, se nos cuenta, sirve para remarcar un tanto el signo fatalista de los personajes: Cuando traspasas ciertas líneas, no hay redención posible.
Una película muy entretenida, con un ritmo trepidante y una magnífica fotografía en blanco y negro. Actuaciones sobrias, con personajes duros y marcados por la vida que llevan. Me gustó el personaje al que da vida Richard Rust, un asesino que se coloca sus gafas de sol (muy cool) cada vez que tiene que actuar.




6 comentarios:

  1. Gracias por otra magistral lección de cine. A este aficionado con escasa cultura en ese arte le encantan, como ya le he dicho en otras ocasiones, sus entradas sobre el género. En el caso que nos ocupa, quizá nunca hubiese escuchado hablar de la película sino hubiese sido a través suyo.
    Un saludo.

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    1. No me ponga colorado, agradezco la lisonja, pero me da un poco de vergüenza.

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  2. Trecce creo que no la he visto. Pero por lo que narras debe de estar bien, al menos entretenida como suele suceder con todo este género del cine negro. Saludos.

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    1. Entretenida es, Rafa, porque dura el tiempo justo y por el ritmo que mantiene.

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  3. Fuller tiene otros tres filmes negros muy interesantes: Manos peligrosas, La casa de bambú y Una luz en el hampa (titulos en español). Los de Cahiers du Cinéma lo clasificaron como autor maldito, y así se quedó. Trecce recordará sus filmes bélicos.

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  4. Recuerdo alguno de ellos, Manuel y esa frase tan famosa suya en la que decía que entendía el cine como un campo de batalla.

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