AL BORDE DEL PELIGRO

Mark Dixon (Dana Andrews) es un policía de los que pretenden arreglar el mundo por su cuenta, sin atenerse a las convenciones reglamentarias. Atisbamos que su padre fue un hombre al margen de la ley y eso marca su manera de ser, un tanto huraña, conflictivo, enfrentado con sus superiores, como si quisiera hacerse perdonar ser hijo de quien es.

En el transcurso de una investigación, Dixon es atacado por un sospechoso y, al responder a la agresión, le mata accidentalmente ocultando su crimen.

Un taxista llamado Jiggs Taylor (Tom Tully) es acusado como presunto autor del asesinato, mientras Mark se enamora de su bella hija, Morgan Taylor (Gene Tierney).

Dixon tratará por todos los medios de borrar las huellas que le incriminen, sin embargo otro problema, este imborrable, dificultará sus planes iniciales.

Ese otro problema no es sino su propia conciencia. Dixon va quedando al margen de las sospechas, pero todo apunta al padre de su amada, un hombre sin tacha, dedicado en cuerpo y alma a su trabajo y a su hija. Todo lo que el detective no tuvo en su propio padre.

Ese conflicto moral es el que sirve de fondo argumental al film, una lucha que se resolverá de una manera un tanto previsible, pero no exenta de cierta originalidad.

Película correcta pero lejos de aquella Laura en la que los mismos protagonista e idéntico realizador consiguieron un film que no resiste la comparación con este.

Una buena fotografía, con muchas escenas nocturnas, siguiendo el canon clásico del cine negro y buenos trabajos interpretativos que se unen al buen hacer habitual de Otto Preminger.

Una historia de remordimiento, en la que el amor empujará al protagonista hacia su redención, no exenta de cierto encanto y de algunos momentos de tensión e intriga bien conseguidos.

Además podemos ver a Karl Malden, en un pequeño papel, como jefe del protagonista.