miércoles, 6 de julio de 2011

MOTIVACIÓN PRÁCTICA EN EL TRABAJO


















Miguel Rubio es Jefe de Área en una empresa que se dedica a servicios externos de grandes corporaciones, sobre todo bancos y aseguradoras, se dedican a encuestar clientes y vender productos de quienes les contratan a través del teléfono.
Hace poco, su empresa le ha pagado un curso sobre cómo motivar a los empleados y ahora, en su trabajo, mientras ve ante sí a los teleoperadores que trabajan bajo su supervisión, abre el libro que les dieron en el cursillo y lee: Empiece con elogio y aprecio sincero. Memoriza las palabras en su cabeza.
¡Rubeeeen!, grita a voz en cuello.
Ruben es el novato, lleva un par de semanas y ha vendido dos seguros. El mínimo es uno al día. Está hasta las narices de tener que soltar el mismo rollo a la gente, personas a las que no conoce y a las que sabe que se les cuentan verdades a medias. Y ahora, el jefe le está recriminando su falta de resultados delante de todo el mundo.
Miguel Rubio sigue leyendo: Permita que el empleado salve su propio prestigio.
A continuación teclea en el ordenador y envía un documentos a la impresora, lo recoge y se dirige hacia el puesto de Rubén para pegar delante de sus narices un cartel con la letra bien grande y para que lo vean también todos los demás: Sólo 1 venta por semana.
Rubén no aguanta más, desconecta los cascos y se los lanza a Miguel, que recuerda otra frase que ha memorizado: La única forma de salir ganando en una discusión es evitándola. Miguel Rubio coge las llaves de su coche y sale corriendo con el libro bajo el brazo.
Se sienta en el coche y abre el libro por una página cualquiera: Trate honradamente de ver las cosas bajo el punto de vista de la otra persona.
Al abrirse las puertas del ascensor del parking, aparece Rubén, su jefe le tiende la mano y se dan un apretón.
Migel Rubio le suelta a la cara: Despedido.
Después vuelve a la sala y se sienta en su mesa. Cuando acaba la jornada laboral, cierra el libro y regresa satisfecho a casa.


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