ALONSO DE CONTRERAS

Hay personas cuya vida parece sacada de una novela y si no fuera porque sabemos que existen o existieron, al leer sus biografías nos parecería estar leyendo una novela de aventuras. Es el caso del capitán Alonso de Contreras, al acercarnos a él, nos parece reconocer rasgos del Alatriste de Pérez-Reverte, como éste, era cruel, leal, valiente, feroz y orgulloso hasta el fanatismo. De aquella estirpe de bravos soldados que representan unos valores perdidos en tiempos pretéritos.
Este madrileño que vivió a caballo de los siglos XVI y XVII, amigo de Lope de Vega, que le tuvo de huesped y que le inspiró su obra "El rey sin reino", basado en algunos episodios de su vida, fue uno de esos soldados de fortuna que recorrió el mundo y a él se han acercado, no sólo Lope, sino personas como Ortega y Gasset o Ernst Jünger.
En su madurez, echó la vista atrás y nos dejó su biografía, algo impensable que este hombre hubiera llegado vivo a poder escribir sus memorias después de su azarosa vida y de los mil peligros que corrió con los Tercios Españoles, primero en Palermo, para luchar contra turcos y berberiscos, fue capitán de barco por el Mediterráneo, tiene enfrentamientos con otros soldados o lugareños de los varios sitios que visita, muchas veces saldados con sangre, participa en acciones guerreras en España y Portugal, Flandes, Francia e Italia y en la costa de Berbería, es uno de los pocos que se libra de la matanza que organizan en la playa los moros, que les han tendido una celada.
Vuelve a aparecer de Capitán en un barco que va a las Indias, para luchar contra los filibusteros en las costas de Cuba y Santo Domingo. Allí vence a Sir Walter Raleigh, al que menciona como el Guatarral. Después lo nombran gobernador de la pequeña isla siciliana de Pantanalca. Un poco más tarde lo encontramos en Roma, donde el Papa le favorece, y recibe una patente como Capitán de caballos de coraza del Virrey de Nápoles.
Su vida no está libre de oscuros episodios y aplicó como nadie aquello de que la vida está hecha para vivirla, no para entenderla. Vivía al límite; el ayer ya pasó y el mañana es incierto; lo único que cuenta es sacarse las castañas del fuego aquí y ahora. Con individuos así, uno entiende fácilmente por qué la España de aquellos tiempos tenía a medio mundo agarrado por el pescuezo.
Hay una película de 1955, de Rafael Gil, basada en una obra de Torcuato Luca de Tena, que se titula La otra vida del capitán Contreras, protagonizada por Fernando Fernán Gómez y con María Piazzai, María Asquerino, Fernando Sancho, Mariano Azaña, Félix de Pomés y Antonio Riquelme en el reparto, pero cuyo argumento difiere notablemente de la autobiografía de Contreras.
Sabiéndose un hombre de gran valía, nos regaló unos textos, que sin censura alguna, nos pone en la pista de su trayectoria vital. Ya sea capturando barcos a los otomanos, en compañía de papas, o junto a bellas prostitutas en Nápoles. Una vida marcada por las leyes de la fidelidad, el honor y la camaradería de unos soldados, que como él aplicaron aquella máxima de:

"Sobre un mundo cobarde y avaro, sin justicia
belleza, ni dios, imponemos nosotros la garra
del imperio solar español"