Chile, fértil provincia y señalada
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por Rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada,
tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por Rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida.
Estos versos pertenecen a "La Araucana", un poema épico sobre un episodio de la Conquista de América escrito por D. Alonso de Ercilla y Zúñiga.
En 1555, el joven Alonso (tenía 22 años) se embarcó rumbo al Perú con Jerónimo de Alderete, quien falleció en las cercanías de Panamá, y posteriormente llegó a Chile en 1557, formando parte de la expedición del nuevo gobernador García Hurtado de Mendoza.
De este modo, el poeta y soldado Ercilla estuvo en el teatro de operaciones de la Guerra de Arauco en 1557 hasta finales del año siguiente, luego de que un incidente ocurrido en la ciudad de La Imperial fuera la causa de su destierro al Perú, ordenado por el gobernador García Hurtado de Mendoza.
Aunque en el prólogo advierte el propio Ercilla: "... muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos; y por esto, y por la humildad con que va la obra, como criada en tan pobres pañales; acompañándola el celo y la intención con que se hizo, espero será parte para poder sufrir quien la leyere las faltas que lleva...", se supone que esto no deja de ser una licencia más, pues el poema no da la impresión de estar escrito con premura alguna y además, de este modo, aumenta el aura de leyenda y épica que hay alrededor del texto. Desde su aparición en 1569, "La Araucana", costeada por su propio autor, obtuvo éxito, lo que obligó a Ercilla a preparar la segunda parte en 1578 y, más tarde, en 1589, la tercera.
El poema completo, con sus tres partes, se publicó en Madrid, por primera vez, en 1590. Valorada desde sus inicios, esta pieza clave del Siglo de Oro español aparece ya distinguida en el escrutinio de los libros del Quijote de Miguel de Cervantes, donde es destacada conjuntamente con "La Austriada" de Juan Rufo y "El Monserrat" de Cristóbal de Virués.
La obra es un canto a la lucha de los auraucanos por defender su tierra y sus costumbres frente al conquistador y el mayor mérito de Ercilla es que, dados los tiempos, alabe la valentía y el orgullo de los que a la postre serían vencidos. Esto, según él mismo, porque se vea que los españoles no ganaron a cualquiera, sino que fueron capaces de doblegar a un pueblo que se batió con todo el valor del mundo.
El libro no tiene un sólo protagonista, aunque sobresalen los nombres de Lautaro y sobre todo de Caupolicán, en este se resumen todas las virtudes del guerrero nativo y su indomable resistencia a ser doblegados. Contiene varias digresiones del autor, que intercala cantos a la batalla de San Quintín, o sobre los derechos de Felipe II al trono de Portugal, que se apartan del tema central de la obra. A pesar de ello no deja de ser una obra de gran valor literario, en la que se impone el poeta al historiador, salpicando el texto de comparaciones entre los caudillos indígenas y sus contendientes españoles por un lado y los héroes clásicos por otro.
Un libro que es gloria para las letras españolas, que sirve también para conocer de primera mano unos hechos verídicos, bien que estén aquí poetizados y que es tenido en Chile como libro de cabecera en escuelas e institutos.
En 1555, el joven Alonso (tenía 22 años) se embarcó rumbo al Perú con Jerónimo de Alderete, quien falleció en las cercanías de Panamá, y posteriormente llegó a Chile en 1557, formando parte de la expedición del nuevo gobernador García Hurtado de Mendoza.
De este modo, el poeta y soldado Ercilla estuvo en el teatro de operaciones de la Guerra de Arauco en 1557 hasta finales del año siguiente, luego de que un incidente ocurrido en la ciudad de La Imperial fuera la causa de su destierro al Perú, ordenado por el gobernador García Hurtado de Mendoza.
Aunque en el prólogo advierte el propio Ercilla: "... muchas veces en cuero por falta de papel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían seis versos, que no me costó después poco trabajo juntarlos; y por esto, y por la humildad con que va la obra, como criada en tan pobres pañales; acompañándola el celo y la intención con que se hizo, espero será parte para poder sufrir quien la leyere las faltas que lleva...", se supone que esto no deja de ser una licencia más, pues el poema no da la impresión de estar escrito con premura alguna y además, de este modo, aumenta el aura de leyenda y épica que hay alrededor del texto. Desde su aparición en 1569, "La Araucana", costeada por su propio autor, obtuvo éxito, lo que obligó a Ercilla a preparar la segunda parte en 1578 y, más tarde, en 1589, la tercera.
El poema completo, con sus tres partes, se publicó en Madrid, por primera vez, en 1590. Valorada desde sus inicios, esta pieza clave del Siglo de Oro español aparece ya distinguida en el escrutinio de los libros del Quijote de Miguel de Cervantes, donde es destacada conjuntamente con "La Austriada" de Juan Rufo y "El Monserrat" de Cristóbal de Virués.
La obra es un canto a la lucha de los auraucanos por defender su tierra y sus costumbres frente al conquistador y el mayor mérito de Ercilla es que, dados los tiempos, alabe la valentía y el orgullo de los que a la postre serían vencidos. Esto, según él mismo, porque se vea que los españoles no ganaron a cualquiera, sino que fueron capaces de doblegar a un pueblo que se batió con todo el valor del mundo.
El libro no tiene un sólo protagonista, aunque sobresalen los nombres de Lautaro y sobre todo de Caupolicán, en este se resumen todas las virtudes del guerrero nativo y su indomable resistencia a ser doblegados. Contiene varias digresiones del autor, que intercala cantos a la batalla de San Quintín, o sobre los derechos de Felipe II al trono de Portugal, que se apartan del tema central de la obra. A pesar de ello no deja de ser una obra de gran valor literario, en la que se impone el poeta al historiador, salpicando el texto de comparaciones entre los caudillos indígenas y sus contendientes españoles por un lado y los héroes clásicos por otro.
Un libro que es gloria para las letras españolas, que sirve también para conocer de primera mano unos hechos verídicos, bien que estén aquí poetizados y que es tenido en Chile como libro de cabecera en escuelas e institutos.
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