PRIMERA PLANA

Es curioso como algunos films (ocurre en otros ámbitos del mundo artístico), pasan como desapercibidos en su momento para irse agrandando con el paso del tiempo.
Es cierto, en el caso de este título, que existían adaptaciones anteriores, y que una de ellas, "Luna nueva", de Hawks, con un mágnifico trabajo de Cary Grant, era ya considerada entonces como una obra maestra por algunos, pero el trabajo de Wilder no desmerece en absoluto. Me niego a situar a una por delante de la otra, sería injusto, pero creo que estamos ante un clásico.
De todos modos, si ya los dardos que lanza Hawks a la prensa son hirientes, precísamente por reflejar la verdad, han pasado 30 años, con guerras, intoxicaciones periodísticas y, sobre todo, el "watergate" de por medio. Y si "Luna nueva" retrataba ese mundo del amarillismo, "Primera plana" lo hace con la acidez de quien supone, precísamente porque nada ha cambiado con el paso de los años, que aquello no tiene remedio.
Hoy, por desgracia, estamos en condiciones de asegurar que va a la deriva, cuando estos llamados profesionales (lo peor es que lo son), se nos han metido en casa a través de la pequeña pantalla y a todos se nos vienen a la cabeza nombres de periodistas y de programas que viven de este jugar con los sentimientos, sin que importen las consecuencias, sólo la audiencia manda.

Con ese ritmo vertiginoso que se le impone a la acción, el trabajo de Lemmon y Matthau, magníficamente secundado, es de los que hacen época, con diálogos muy logrados y buenísimos gags.
La parodia que se nos presenta de estos periodistas y sus periódicos sin escrúpulo alguno; de los políticos, capaces de rifar una vida para conseguir votos; de la sociedad como demandante y consumidora de estos subproductos que tanto venden, por un lado y, por otro, del ingenuo y corto de entendederas idealista que va a ser ajusticiado y que se alegra de ir al patíbulo porque así se librará de la humedad de la celda y de la prostituta que ha visto en él al único hombre que la trató con respeto; la parodia, como digo, es demoledora.
Chistes, gags, diálogos y frases brillantes, sirven de vez en cuando (muchas veces a lo largo del film), para que nos riamos, pero esta peli es algo más que una comedia, es el retrato de una trágica realidad de la que formamos parte activa como lectores y espectadores. Ojalá estemos en ese segmento de audiencia que cambia de canal cuando la basura empieza a resbalar desde la pantalla hasta la alfombra de nuestro salón.